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Los hijos y una nueva pareja

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Por Lola Portela

Frente a éste tema, la mayoría de los padres creen que los niños o los jóvenes, sus hijos, ya son adultos.

Entonces, sin considerar las emociones o expectativas del menor, esperan ciertas reacciones frente a  la novedosa situación familiar.

Hace poco viví de cerca una situación que me motiva hoy a hablarles de este tema.

Si bien es cierto que un padre o una madre están en su necesidad individual  de “reorganizar” su vida sentimental, luego de uno o varios fracasos y valioso  el reto de volver a “reinventarse en el amor”.  Sin embargo, a veces sus actividades, sus palabras, las ausencias y decisiones,  terminan afectando en lo más profundo a sus hijos.

Y es que los padres y madres deben comprender que la aparición de una nueva pareja, siempre supone un cambio en la estructura familiar, ya sea en casos en que la pareja se ha separado, uno de los miembros haya quedado viudo o cualquier otra circunstancia.

Y como todo cambio, significativo, como lo es éste, necesitará un tiempo para ser elaborado, en la mente de los hijos.

Mucho más cuando la relación con los hijos no es sólida. Es decir, no hay conocimiento real del menor,  y por ende tampoco existe una verdadera comunicación.

Un niño o adolescente es incapaz de comprender de inmediato que su madre o padre necesiten una pareja. Por lo general, se preguntan: ¿no es suficiente mi amor? ¿Cómo me tratará ahora mi padre o madre a mí? ¿podré querer a esa persona? ¿Y si no nos entendemos, mi padre o madre le escogerá por encima de mí?  ¿Mi padre o madre me defenderían si me hace daño? ¿Será que realmente le ama? ¿Y si le hace daño, yo qué debo hacer?

Esas y muchos otros interrogantes, sin respuesta, rondan por la cabeza de los hijos, querido lector, cuando su progenitor inicia una nueva vida sentimental.

Y no se imaginan, cómo se siente ese menor, cuando ambos progenitores están en el mismo plan y hay nuevas parejas en los dos padres.

Es fundamental comprender que esa situación provocará cambios puntuales en el comportamiento de los niños o el joven, así como también se debe entender y permitir que aparezcan determinados sentimientos que en ocasiones pueden ser desagradables, por no decir negativos. Uno de estos suele ser los celos.

¿Qué son los celos?

“Los celos son el sentimiento receloso de quien teme que otro puede ser preferido”. Y es fundamental comprender que en algún momento todas las personas, nos sentimos celosas,  cuando consideramos que hay otra persona que está recibiendo el amor o el aprecio que deberían estar destinados a nosotros.

¿Cómo se manifiesta en los niños?

La forma en que se puede manifestar es muy diversa, pero generalmente aparecen rabietas, agresividad, volver a hacerse pis o caca cuando esta etapa ya se había superado, volver a usar un lenguaje infantil.

También podemos encontrar que los niños busquen diferentes maneras de llamar la atención, o también que se muestren más tímidos, cerrados, inhibidos. Incluso pueden aparecer cambios de humor repentinos sin una causa evidente.

¿Cómo viven los niños la llegada de esa nueva pareja?

Es habitual que los niños tengan miedo de dejar de ser queridos como antes. Miedo a que el padre o madre le presten menos atención, o incluso pueden llegar a tener miedo a ser abandonados.

A menudo, todo ello  provoca sentimientos de rabia, tristeza, o ansiedad, y se manifestará de forma diferente en cada caso.

Hablar de los sentimientos

Para empezar es muy importante no culpabilizar: Ayudar a quien lo padece a reconocer que lo que está sintiendo no es malo. ¡Es normal!

También puede ayudar no considerar sus manifestaciones como algo que debe cambiar, sino entenderse que es un proceso normal y que ya pasará.

Por ejemplo, si un niño empieza a hacerse pis o a estar más nervioso, será mejor ayudarle a reconocer el sentimiento de celos y decirle «es normal que te dé rabia, estés enfadado. Pero aunque ahora el padre o la madre ame a otra persona, nunca te dejará de amarte».

Es decir, el hecho de reconocer el sentimiento y al mismo tiempo ayudarle a transformar sus fantasías como ser abandonado o dejar de ser estimado, ayudará a calmarlo.

¿Cómo se debe hacer?

Los padres deben dedicar tiempo de calidad, con privacidad para conversar y especialmente escuchar al hijo, sobre sus miedos e inseguridades frente a la nueva situación.

No debemos esperar que estas manifestaciones de celos desaparezcan inmediatamente.

Es importante respetar el tiempo del niño o joven y la manera en que lo está expresando.

Será desde esta comprensión y desde el respeto que podrá ir haciendo su propio proceso y será a medida que vaya comprobando que el padre o la madre siguen queriéndolo tanto como antes, que la desazón irá disminuyendo.

Cuando se detecta esta situación, también se puede ayudar al niño estando más tiempo con él, buscando momentos de relación de calidad, como una manera de demostrar que a pesar de la aparición de una nueva pareja, la relación padre/madre-hijo/hija, no se ha roto ni deteriorado.

¿Cuándo se debe consultar?

Que el niño se sienta celoso con la aparición de una nueva pareja es lo normal y, en principio, que se reaccione ante esta nueva situación no es preocupante.

Esto no quiere decir que en determinados casos los adultos nos podamos sentir más tranquilos consultando a un profesional, ya que nos puede ayudar a buscar la manera de afrontar esta situación de la forma más adecuada, guiando ya sea a los padres, como a los niños en este proceso.

También puede ser útil consultar en los casos en que el malestar sea demasiado intenso y el adulto no encuentre la manera de hacerle frente, así como en las situaciones en las que una vez se ha producido el cambio, consideramos que el malestar y sus manifestaciones se prolongan de forma excesiva en el tiempo (aproximadamente entre 3 y 6 meses).

Es fundamental saber que aunque la relación con la nueva pareja avance, el menor se tomará un tiempo en asimilar y aceptar a esa persona. No es asunto de unos días.

Muchas veces los padres creen que sus hijos deben aceptar sus decisiones, y simplemente guardar silencio.

Sin embargo, no es así: una situación extrema, como la imposición de una pareja, el sacarlos de su entorno de serenidad,  puede romper la relación entre padre/madre/hijos, y a veces infortunadamente ese distanciamiento es definitivo.

Hablar claro, sin engaños o mentiras, involucrar los menores en esas decisiones siempre será el mejor camino.