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Análisis: Crisis diplomática entre Colombia y EE. UU. – ¿Ruptura inevitable o choque pasajero?

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Por Lola Portela

1. Orígenes de la tensión: ¿Quién rompió el equilibrio?

La relación bilateral entre Colombia y EE. UU., históricamente una de las más estables y estratégicas en América Latina, entró en una etapa de incertidumbre. Aunque el conflicto ha tenido varios momentos álgidos, la actual tensión se desató por una mezcla de:

  • Declaraciones incendiarias del presidente Petro, especialmente las acusaciones hacia Marco Rubio de conspirar para derrocarlo.
  • Alianzas incómodas para Washington: el acercamiento a Venezuela, Nicaragua, China y el ingreso de Colombia al Banco del BRICS, que inquieta particularmente al Partido Republicano.
  • Inestabilidad en la política exterior colombiana, marcada por la salida de figuras clave como la excanciller Laura Sarabia y contradicciones públicas entre el Ejecutivo y los canales diplomáticos.

Estas tensiones no son accidentales: responden a una visión distinta del rol internacional que quiere proyectar Petro, pero que choca con décadas de cooperación tradicional entre ambos países.

2. La carta de Petro a Trump: ¿tregua o acto desesperado?

El intento de distensión de Gustavo Petro con su carta a Donald Trump tiene un problema de fondo: se siente reactivo, no estratégico.

“En ese contexto, reconozco que es posible que algunas de mis palabras hayan sido percibidas como innecesariamente duras”, agregó, en lo que no parece ser un mensaje escrito directamente por él dadas sus declaraciones públicas.

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo: “No estoy segura si el presidente (Trump) ha visto esa carta, pero puedo consultarlo con él en el Consejo de Seguridad Nacional”. La pregunta fue hecha por un corresponsal colombiano en la Casa Blanca, pero Leavitt no brindó mayores detalles.

Eso demuestra que esa disputa con la potencia norteamericana no es una prioridad para los republicanos en medio de tantos frentes abiertos como la invasión rusa en Ucrania o el conflicto entre Irán e Israel. Sin embargo, si gana el tira y no el afloja, nuestro país podría sufrir efectos negativos ya no solo diplomáticos.

No ayudan tampoco las opiniones y posición de Yolanda Villavicencio Mapy, quien recientemente fue nombrada Viceministra de Relaciones Exteriores de Colombia. Por esta razón, la senadora y precandidata presidencial de Colombia, María Fernanda Cabal, a través de su red X dice: “La nueva canciller de Petro. ¡Calculen! El amor de los socialistas por los genocidas dictadores es patológico. Ya estará alistando sus primeros acercamientos a Maduro para rendirle honores”.

3. Las implicaciones reales para Colombia

Si bien aún no estamos en una ruptura formal, los riesgos para Colombia son serios:

• Económicos:

  • Posibles sanciones comerciales o aranceles.
  • Reducción de la inversión extranjera directa.
  • Menor cooperación financiera y técnica, especialmente en temas agrícolas, medioambientales y tecnológicos.

En seguridad:

  • Enfriamiento de la cooperación antidrogas, en momentos críticos donde los cultivos de coca están en niveles récord.
  • Suspensión de asistencia en inteligencia, entrenamiento militar y lucha contra el crimen transnacional.

• En política migratoria y diplomática:

  • Pérdida de respaldo en foros multilaterales.
  • Menor apoyo ante crisis regionales (como el fenómeno migratorio venezolano).
  • Fractura de una alianza clave en el hemisferio.

4. ¿Qué está en juego? Más que una relación bilateral

Colombia, por su posición geopolítica, ha sido históricamente uno de los principales aliados de Washington en América Latina. Esa alianza fue construida con décadas de cooperación militar, económica y política. Lo que está en juego no es solo un malentendido diplomático: es la redefinición del lugar de Colombia en el ajedrez global.

Petro apuesta por una política exterior más autónoma y multipolar, pero sin una estructura diplomática fuerte ni claridad estratégica, esa ambición puede aislar más que posicionar al país.

5. ¿Hay salida? Recomendaciones clave, por expertos

  • Profesionalizar la diplomacia: evitar la improvisación y que la política exterior se maneje desde redes sociales o declaraciones personales.
  • Designar un canciller fuerte y creíble, capaz de restaurar canales de diálogo y generar confianza con Washington.
  • Claridad estratégica: si el objetivo es diversificar alianzas, debe hacerse con base en intereses concretos, no en gestos ideológicos.
  • Reparar la narrativa: los mensajes contradictorios entre lo que se dice en público y lo que se escribe en cartas restan credibilidad.

Conclusión

La crisis entre Colombia y EE. UU. no es simplemente un roce pasajero. Revela fracturas profundas en el manejo de la política exterior colombiana y pone a prueba la capacidad de Gustavo Petro para actuar con madurez diplomática. Si no se corrige el rumbo, el costo será alto, y no solo en el terreno político: también puede afectar seriamente la economía y la seguridad nacional.