El reciente anuncio de la incursión política de Miguel Uribe Londoño ha generado una oleada de reacciones negativas en redes sociales, donde los colombianos han expresado, sin reservas, su inconformidad y desconfianza frente a lo que muchos consideran un claro ejemplo de oportunismo político.
El eco de una tragedia

Las críticas apuntan a que la familia Uribe habría capitalizado políticamente la muerte de Miguel Uribe Turbay, un hecho doloroso que aún resuena en la memoria colectiva. Varios usuarios recuerdan que el mismo presidente Gustavo Petro, en su momento, reprochó cómo se utilizó el crimen para proyectar a su hijo, Miguel Uribe Turbay. Hoy, dicen, la historia se repite con el padre, que parece intentar heredar el camino político truncado de su hijo.
La política como herencia familiar
Los comentarios evidencian el rechazo a la dinastía política que se intenta imponer. Para algunos, se trata de una jugada desesperada de los sectores tradicionales por mantenerse en el poder. Frases como “sin cínicos, sin ningún descaro” y “sacar beneficio, solo importa eso” muestran el malestar de una ciudadanía cansada de ver cómo las tragedias personales se convierten en plataformas electorales.
El prontuario que no se olvida
Más allá de la coyuntura, varios internautas señalaron episodios oscuros en la trayectoria del nuevo candidato: desde acusaciones de desfalcos en el sector financiero hasta supuestos vínculos con poderosos grupos económicos. Estos antecedentes, sumados a la cercanía histórica con el uribismo, alimentan la percepción de que no se trata de un proyecto político nuevo, sino de la reencarnación de las viejas prácticas clientelistas.
Un país dividido, pero con memoria
Aunque algunos pocos comentarios celebran su llegada, la gran mayoría exhibe un tono irónico, de indignación y hasta de burla. Se acusa al candidato de ser un “anciano expresidiario”, de usar la memoria de su hijo como bandera política, e incluso de representar el regreso de una derecha caduca que perdió legitimidad tras años de escándalos de corrupción y violencia.

Conclusión
El anuncio de la candidatura de Miguel Uribe Londoño no solo revela la persistencia de las élites tradicionales en el tablero político, sino también el hartazgo ciudadano frente al oportunismo. Las redes sociales se han convertido en un termómetro del descontento: allí, la gente no perdona la memoria selectiva, ni el cinismo de quienes ven en la política un negocio familiar.
En un país donde la confianza en los partidos y en las instituciones está por el suelo, intentar heredar el poder a través del dolor personal parece ser una apuesta arriesgada. Y, a juzgar por la reacción de los colombianos, la jugada podría convertirse en un búmeran político que termine hundiendo, aún más, a los de siempre.