En el marco del Día Internacional de las Semillas, que se conmemora hoy 26 de abril, es fundamental resaltar la necesidad de fomentar la producción de semillas de cultivos esenciales para la seguridad alimentaria del país. Para ello, resulta indispensable fortalecer la oferta de semillas nacionales, en especial en cultivos estratégicos como el maíz y la soya, con el fin de mejorar su competitividad en el ámbito agrícola.
De acuerdo con Henry Vanegas Angarita, presidente del Grupo GDS -Grupo Desarrollador de Semillas- y exgerente de Fenalce, “un país es fuerte en un cultivo en la medida en que tenga una amplia y diversa oferta de semillas. No podemos depender de pocas variedades para sembrar millones de hectáreas, lo cual vuelve vulnerables los cultivos ante los retos del cambio climático”, dijo Vanegas.

Vanegas advierte que Colombia ha desaprovechado la riqueza de sus suelos y su ubicación estratégica para un mayor desarrollo de cultivos tradicionales, lo cual se debe en parte, a una tendencia global hacia dietas simplificadas y al predominio de alimentos ultra procesados en la alimentación diaria.
De acuerdo con el Grupo GDS, existe una alta dependencia de semillas importadas, especialmente en maíz, donde alrededor del 80% de las semillas sembradas provienen del exterior, y en soya, donde incluso se utilizan semillas que ingresan ilegalmente, afectando la calidad y trazabilidad de la producción.
Se necesita mayor inversión en investigación para el mejoramiento genético
El fortalecimiento de la investigación científica y el mejoramiento genético es indispensable para desarrollar semillas adaptadas a las condiciones locales. Vanegas subraya que el debilitamiento de los centros de investigación agronómica representa una seria
preocupación: “No hemos valorado suficientemente su papel en la adaptación al cambio climático, en el desarrollo de variedades resistentes y en la sostenibilidad ambiental”.
Colombia necesita potenciar el uso de bancos de germoplasma, promover el uso de semillas certificadas y desarrollar variedades adaptadas a las características agroecológicas de cada región. “Somos un país de regiones, pero no lo reflejamos en nuestra oferta de semillas. El Valle del Cauca, por ejemplo, tiene un gran potencial para producir semilla de soya, pero seguimos optando por la importación”, afirma.
Consciente de este reto, el Grupo GDS anunció inversiones en el desarrollo de semillas mejoradas de soya, maíz y fríjol, con un enfoque regional. Esta estrategia se enfocará en zonas como el Valle del Cauca y en la altillanura colombiana, e incluirá investigación aplicada y capacitación a profesionales agropecuarios para llevar mejores semillas al campo.
Es de resaltar que Colombia, hasta octubre del año pasado, en la COP 16, ratificó el Tratado Internacional de Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura ante la FAO, lo cual genera un compromiso en la utilización de forma sostenible de las semillas que nos puedan asegurar la seguridad alimentaria, entre estas las de maíz, soya, frijol, entre otras, abriendo la puerta al desarrollo de nuevas variedades mejoradas.
Este acuerdo permite el acceso e intercambio de diversidad genética de semillas, lo cual es fundamental para afrontar los retos del cambio climático y fortalecer la seguridad alimentaria. Además, fomenta la participación de comunidades campesinas e indígenas en sistemas agrícolas sostenibles. “Con este tratado se fomenta el intercambio de semillas y su mejoramiento, siendo clave fortalecer de la base genética de nuestros cultivos”, explica Vanegas.
Para el presidente del Grupo GDS, Colombia necesita una política sólida para impulsar el mejoramiento genético, mayor inversión en centros de investigación y una estrategia nacional de desarrollo de semillas locales. Esto no solo incrementará la productividad y rentabilidad del agro, sino que también fortalecerá la seguridad alimentaria, protegerá la biodiversidad y reducirá la dependencia tecnológica del país.
De acuerdo con Vanegas Angarita, la tendencia actual que registra el crecimiento del área del cultivo de la soya en la Altillanura Colombiana indica que cada dos años se duplica la demanda de semilla para siembra, como lo muestra la gráfica de Iniciativa Soya-Maíz: Proyecto País.

El directivo también hace referencia al uso responsable de semillas híbridas: “No debemos temerles. Son el resultado del cruce entre variedades, ofrecen mayores rendimientos, mejor adaptación climática y mayor resistencia a plagas. Además, reducen el uso de plaguicidas y generan beneficios ambientales”.