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EL AMOR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS,Por Lola Portela

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Contrario al desespero de muchos, está época nos invita a renovarnos, a reinventarnos, pero desde el amor. Más allá de la quietud, del encierro que le atormenta a tantos.
Es lo que pienso mientras escribo y hago pausas. Y, en silencio, observo un bello paisaje. Me siento bendecida: rodeada de naturaleza y como música de fondo, el coro coqueto del ruiseñor que conquista a su pajarita.

Les hablaré de ese sentimiento que muchos mandaron al cuarto del rebrujo, al rincón de san alejo. No sé por qué lo llaman así, pero ustedes me entienden. La verdad ese lugar muchas personas mandaron el amor de sus parejas.

Y es que increíblemente mi tarea de terapeuta y asesora de familia esta semana se intensificó. Para quienes no saben, es una labor de apostolado que hago y no cobro por ello.

Veo con perplejo que en China el divorcio aumentó en un 30%. Y empiezo a recapitular las palabras de mis pacientes que llevo en el alma, y a quienes les pedí permiso para citar algunas de sus frases:

“No la soporto”, “no ayuda a nada”, “él piensa que no me canso”. “Es una bruja”, “solo quiere sexo”, “ya ni se arregla”. “Me jode todo el día”, “no sé ni de qué hablarle”, “Siempre está chateando”, etc.

La culpa de esos conflictos también es del CORONAVIRUS. Es triste decirlo, pero a muchas parejas les pico el bicho de la separación, al verse obligadas a estar en casa, más del tiempo del acostumbrado.

Y dejemos de vainas, pero tanto hombres, como mujeres estábamos sumidos en las carreras de un diario vivir imparable y el espacio en casa era bien reducido para muchos.
La mayoría se levantaba y a penas saludaba a tu pareja. Correr a vestirse, algunos sin desayuno, pues lo importante era llegar a tiempo a la reunión, la cita, las máquinas de trabajo, los alumnos, las entrevistas, etc. Y allí, fuera de casa, todo giraba de maravilla. Y es que para muchos el trabajo era también su escape frente a esa relación que ni con pedal caminaba.

Al llegar a casa cansados, solo deseaban dormir, otros solo cumplían, a medias, con el mal llamado “deber de pareja”. Y digo mal llamado, porque hacer el amor no debe ser “un deber” De ser así, mejor ni lo hagan. Otros y otras se echaban su camita al aire. Y ahora con la “pareja oficial”, al lado no pueden hacerlo.

Estoy hablando de parejas y situaciones reales, como ustedes que me leen.
Se les olvidó cuidar esa plantita, pues eso es el amor. Una decisión que se convierte en un sentir, pero que se debe alimentar, a pesar de las carreras, de la multitud de ocupaciones. Y ahora se dan cuenta que son dos desconocidos.

Cómo le dije a ciertas personas: es hora de la RECONQUISTA. Les aseguro que no se van a arrepentir.

Pónganse lindas y bellos, para ustedes y para su pareja, no importa que estén en casa. Vístanse cómodos, pero bien. Hazle mascarillas, ellas y también ellos se sentirán felices de ser consentidos y ver que tú le importas. Prepara, con amor y gusto, aunque sea ese huevo con arroz. Que se note que deseas atenderlo (a).

Sorpréndase con una noche para los dos. Así todos estén en casa, no importa, qué mejor que los demás sepan que aún brilla el amor.

Si tu pareja te responde mal, hace algo que te desagrada. Respira profundo, mira por la ventana, camina y cuenta hasta 1000, pero por favor, con ira, NO RESPONDAS. Si te trata de buscar la pelea solo guarda silencio, no hagan como el fuego y la estopa, porque armaron un gran incendio. Y no es ese fuego el que necesitan.

Si están en la distancia o juntos busquen la forma de dialogar, de volverse a conocer. De ser sinceros, honestos, pero usando palabras suaves, amorosas. Jamás olviden exaltar las cualidades de tu pareja. Y, por favor, si eres de los que dices ¿cuáles?. Te invito a recordar de qué y cómo te enamoraste de él o ella.

Pero si se enamoro de su cara o cuerpo. Lamento decirle que entonces la solución sí es el divorcio, pues eso cambia y seguirá transformándose.

En cambio busquen, descubran la esencia de ese ser maravilloso que tienen a su lado, y también en cuarentena.

Tal vez, sí ha cambiado; ahora es un ser más maduro. Su luz es sumamente brillante, se ha hecho sabio por sus experiencias. Ha logrado retos que no conoces. Ha tenido que sortear y vencer tentaciones, para mantenerse fiel a ti. Ha ganado y perdido batallas laborales y retos personales que tú desconoces. Entonces hay ¡mucho por dialogar!.

Jueguen, escuchen música, bailen los dos solos o con sus hijos. Dense la oportunidad todos de ¡reconocerse verdaderamente!.

Piensen que cuando todo esto pase, seremos sobrevivientes de esta tormenta. Entonces tendremos la bendición de conservar los nuestros.

Este periodo es para aprender lo que no sabíamos. Seremos más comprensivos, más compasivos, más generosos, más comprometidos, más colaboradores. Todo se convertirá en un legado, todo será visto como un milagro.

Sin embargo, debemos entender que en este cuento del amor de pareja también está Dios. Y Él es un Dios de orden y va a ordenar tu casa y la mía. Ordenar significa: sacudir, sacar, arrancar y morir. Morir a la indiferencia, a la rutina que conlleva al desamor, morir a las infidelidades. Morir a esas palabras que en lugar de edificar: destruyen.

Al ordenar se respira un nuevo aire, con un nuevo olor y fresca aroma. Una forma de mirarnos, hablarnos, abrazarnos y de amarnos desde la honestidad, sin hipocresías. De cara a la verdad, como única forma de restaurar incluso la confianza, admiración y respetos perdidos.

En lo personal, le pido a Dios que nos lleve de la sombra a la luz. Y, de ser necesario, nos resetee para lograr ser como Él nos había soñado