Por Lola Portela
La política colombiana ha experimentado avances en participación femenina durante las últimas décadas, pero todavía enfrenta retos estructurales que evidencian la persistencia del machismo en su funcionamiento interno. A pesar del aumento en el número de mujeres en gobernaciones, ministerios, el Congreso y alcaldías, la brecha entre presencia y verdadera influencia aún no se ha cerrado.
Este fenómeno no es exclusivo de Colombia: estudios de medios, análisis de comportamiento electoral y evaluaciones internas de los partidos coinciden en que las mujeres enfrentan mecanismos de escrutinio diferenciados. Sus declaraciones suelen ser evaluadas de forma más personal, su autoridad se cuestiona con mayor frecuencia y sus trayectorias suelen quedar sujetas a estereotipos persistentes sobre la política y el liderazgo.
Sin embargo, este panorama convive con la consolidación de figuras femeninas que han logrado tener un papel relevante en la toma de decisiones nacionales y regionales. En el nivel central, destacan liderazgos provenientes de campos diversos como la economía, la seguridad, la diplomacia, la investigación penal y la reforma institucional.
Entre estas figuras se encuentra Marta Lucía Ramírez, primera mujer en ocupar la Vicepresidencia de Colombia, exministra de Defensa y de Comercio Exterior. Su trayectoria incluye la modernización de políticas de seguridad, la gestión de tratados comerciales y el fortalecimiento de la política exterior orientada a inversión y competitividad. Su presencia en gobiernos de distintos periodos la ubica como una de las mujeres con mayor experiencia ejecutiva del país.
En las regiones también se consolidan liderazgos femeninos. La actual gobernadora del Tolima, Adriana Matiz, adelantó una carrera en el Congreso donde trabajó en temas administrativos y presupuestales antes de asumir una agenda territorial enfocada en infraestructura, desarrollo municipal y fortalecimiento institucional. En el departamento del Meta, Rafaela Cortés orienta su administración hacia la competitividad agroindustrial, la seguridad regional y la articulación entre sector público y privado, áreas esenciales para un departamento en transformación económica.
En el Congreso, otras mujeres han dejado huella en temas de control político, transparencia, desarrollo rural, diplomacia y modernización institucional. Entre ellas están Cecilia López Montaño, Noemí Sanín, Viviane Morales, Paloma Valencia, Paola Holguin, Angélica Lozano, por nombrar algunas.
Dentro de este mismo ecosistema aparece una figura que ha mantenido una presencia relevante en el debate público nacional: María Fernanda Cabal, hoy senadora y precandidata presidencial. Su trayectoria legislativa se ha construido alrededor de temas como seguridad, institucionalidad, orden público y desarrollo rural. Ha ocupado un rol visible dentro de su partido, caracterizándose por un estilo directo y una estructura discursiva enfática. Más allá del debate político, Cabal ha consolidado una base de reconocimiento que la ubica como una de las mujeres con mayor proyección en la escena nacional actual. Sin embargo, Cabal también se enfrenta a ese machismo estructural interno que aún queda en su partido, el Centro Democrático.
Es imposible negar que María Fernanda Cabal se ha consolidado como una de las voces más visibles del sector de derecha, con posiciones claras en temas como propiedad privada, seguridad, libertad y orden. Su postura ha sido constante y su relación con el expresidente Uribe se ha caracterizado por la disciplina partidaria y el respeto a las reglas internas.
El momento crítico aparece cuando, estando bien posicionada en el proceso interno, el partido decide modificar las reglas del juego.

Y es que, también es claro que todavía algunos hombres colombianos no soportan saber que una mujer les “supere”, los “ponga en línea” o los “investigue” como el reciente caso de Armando Benedetti contra la Fiscal, donde se evidenció que un hombre poderoso no tolera ser investigado por una mujer. Y el ministro Armando Benedetti decidió hacer lo que suelen hacer los hombres que se creen intocables: atacar a la mujer que les exige rendir cuentas.
Un fenómeno global en transformación

El surgimiento de liderazgos femeninos en Colombia coincide con un proceso de cambios internacionales. En Japón, la llegada de Sanae Takaichi al cargo de primera ministra en 2025 marcó un hito en un sistema conocido por su estructura política tradicional. En Italia, Giorgia Meloni asumió el liderazgo en 2022, y rompió con décadas de dominio masculino en la jefatura de gobierno. Figuras como Margaret Thatcher, Golda Meir y Vigdís Finnbogadóttir siguen siendo referentes históricos de cómo las mujeres han logrado ocupar posiciones de alta responsabilidad en contextos complejos.

Estos casos demuestran que la expansión del liderazgo femenino no sigue una única línea ideológica ni un patrón uniforme. Se trata de una transición global en la que diferentes sociedades están reconociendo trayectorias marcadas por experticia, consistencia y resultados, más allá de percepciones previas.
Un país en transición
Colombia cuenta con mujeres con la preparación y la experiencia necesarias para participar activamente en los niveles más altos de decisión. Sin embargo, la persistencia de barreras culturales y estructurales indica que aún se requiere un entorno más equilibrado. El país avanza, pero el machismo en la política particularmente, sigue siendo un desafío pendiente de romper. Y pasaría a la historia quien, desde dentro, se atreva quebralo.

María Fernanda Cabal es una de las figuras más visibles en la política colombiana de la última década. Su carrera pública se ha concentrado en el Congreso, donde ha participado en comisiones y debates relacionados con seguridad, orden público, institucionalidad y desarrollo rural. Su estilo comunicativo directo y su presencia constante en el debate político han moldeado una identidad pública definida.
Trayectoria Política
- Ha sido senadora por varios periodos.
- Su trabajo legislativo ha estado marcado por discusiones de seguridad, orden institucional, defensa de la democracia.
- Ha tenido participación en debates sobre temas rurales y agropecuarios, entre otros.
- Su actividad pública ha incluido posiciones críticas frente a distintos enfoques de política nacional.
Rol dentro de su partido
Cabal ha construido un liderazgo interno basado en coherencia programática, disciplina partidista y capacidad para mantener una base sólida de apoyo dentro de su colectividad. Su visibilidad la ha convertido en una figura de referencia en discusiones claves.
Precandidatura presidencial
Actualmente figura como precandidata presidencial, una posición que se deriva de su trayectoria en el Congreso y de su presencia sostenida en la opinión pública. Su precandidatura se inscribe dentro de un proceso electoral amplio. Y hay que decirlo en ese proceso convergen múltiples corrientes políticas y liderazgos. Ha estado a punto de ser la elegida y en el último momento sale “desbancada”. ¿Será por ser mujer? es la pregunta sin respuesta, pero “sus reemplazos”, poco o nada bueno le han aportado a la tranformación que Colomba pide a gritos, desde que Álvaro Uribe superó desafíos y logró cambios sociales de avance. Esos logros hoy fueron desmantelados uno a uno, por el actual gobierno de Gustavo Petro. Es como si el propósito de la izquierda fuera acabar con lo bueno del gobierno Uribe: seguridad, infraestructura, salud, educación, protección a la niñez, porgramas sociales para el adulto mayor, los jóvenes, las mujeres, etc.
Ubicación de Cabal en el contexto internacional
Su proyección se da en un momento en el que mujeres alrededor del mundo están llegando a posiciones de alto nivel:
- Sanae Takaichi, primera ministra de Japón en 2025.
- Giorgia Meloni, presidenta del Consejo de Ministros de Italia desde 2022.
- Antecedentes como Thatcher, Meir y Finnbogadóttir completan un panorama en evolución.

En este escenario global, la presencia de María Fernanda Cabal como figura con aspiraciones presidenciales se inserta dentro de una tendencia, donde la participación femenina alcanza espacios antes ocupados mayoritariamente por hombres. Su gestión internacional como legisladora y precandidata presidencial, en defensa de la democracia de Colombia, la ha llevado a levantar la voz frente al peligro que corre la democracia con el avance del neosocialismo. Tan directa como Melodi y Takaichi así la leen, por eso hay motivos para que la opinión internacional la ubique como una de las mujeres con mayor visibilidad en la política colombiana contemporánea.
Lo que ocurre con María Fernanda Cabal evidencia algo simple: cuando una mujer gana espacio real en la política, algunos —de cualquier sector— reaccionan intentando apartarla. No es solo disputa partidista, es el viejo reflejo machista que aún opera y que se activa cada vez que una mujer compite sin pedir permiso, y en esta carrera María Fernanda Cabal le lleva, a muchos, kilómetros de delantera.



































