Por Lola Portela
El debate por el salario mínimo de 2026 ya empezó a calentar motores. Sindicatos, empresarios y el Gobierno Nacional se preparan para sentarse a la mesa y decidir cuánto subirán los ingresos de millones de trabajadores.
Aunque cada diciembre se repite esta discusión, no es un simple trámite: de ella depende el bolsillo de los colombianos y la estabilidad de la economía.
¿De qué depende el aumento?
Por ley, el Gobierno y los gremios deben tener en cuenta cinco factores clave:
- La inflación (IPC): Es el punto de partida. El salario debe subir, al menos, lo mismo que aumentaron los precios para que la gente no pierda poder de compra.
- La meta de inflación: Se usa para evitar que un aumento demasiado alto dispare los precios del año siguiente.
- La productividad: Mide si el país y los trabajadores produjeron más. Si la economía fue más eficiente, hay espacio para un alza real.
- El crecimiento del PIB: Indica la “salud” de la economía. Si el país crece, hay más margen para subir salarios.
- La participación en el ingreso nacional: Busca que los aumentos ayuden a reducir la desigualdad.

Las primeras cifras sobre la mesa
Aunque las conversaciones formales aún no inician, ya hay estimaciones. Los analistas hablan de un aumento entre 6,5% y 7%, lo que pondría el salario mínimo de 2026 entre $1.515.000 y $1.522.000, más el auxilio de transporte.
Sin embargo, el ministro del Interior, Armando Benedetti, agitó el debate al afirmar que el salario podría llegar hasta $1.800.000. El funcionario destacó que, bajo el Gobierno de Gustavo Petro, “un obrero pasó de ganar menos de un millón, a más de un millón seiscientos”, y que la inflación ha bajado, mejorando el poder adquisitivo. Sin embargo, contrario a lo que afirma Benedetti el salario mínimo debe contemplar el comportamiento de la economía.
Un reto político y económico
El aumento del salario mínimo no solo impacta a los trabajadores, también influye en la inflación, el empleo y los costos de las empresas. Por eso, la concertación será clave para encontrar un equilibrio entre un salario digno y una economía estable.
Este será, además, el último ajuste que definirá el presidente Gustavo Petro antes de terminar su mandato, lo que le da un peso político adicional a la negociación.
En las próximas semanas, Gobierno, empresarios y sindicatos deberán decidir si la meta de Benedetti se convierte en realidad o si prevalecen las propuestas más moderadas.

































