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Nadie lo hace como Prensa Llanera lo hace: Frisby es Colombia

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Por Lola Portela

La reconocida empresa colombiana Frisby denunció que, en España, un tercero está utilizando de manera no autorizada su marca y el personaje ‘Pollo Frisby’. Lo más preocupante es que este individuo estaría promoviendo franquicias sin tener la facultad legal para hacerlo. A este caso se suma una nueva alerta: la marca Pony Malta también podría estar en riesgo. Estas acciones no solo vulneran los derechos de marcas colombianas, sino que sientan un precedente peligroso que podría impactar a todo el sector empresarial del país, a los consumidores y al funcionamiento saludable de la economía.

La importancia de la propiedad industrial

La propiedad industrial no es solo una herramienta jurídica. A través de ella, los empresarios transmiten al mercado la calidad de sus productos, la fidelidad hacia sus consumidores, años de desarrollo e innovación, inversiones tecnológicas, la capacitación de su personal y el ingenio de sus creadores. Todo eso se refleja en una marca. Cuando los consumidores adquieren productos amparados por una marca reconocida, confían en que están obteniendo lo que esa empresa promete y respalda.

Desde una perspectiva macroeconómica, la protección de la propiedad industrial garantiza que quienes han logrado posicionarse en el mercado por mérito propio puedan cosechar los frutos de esa preferencia. Es el mecanismo por el cual el Estado premia el esfuerzo, fomenta la competencia leal y promueve la eficiencia en el aparato productivo.

Protección legal ante la usurpación

Afortunadamente, tanto las normas sobre propiedad industrial como las de competencia desleal ofrecen herramientas para enfrentar este tipo de situaciones. En el caso de Frisby, la empresa podrá demostrar el uso legítimo y continuo de su marca, lo cual impide que prospere la solicitud del usurpador para cancelarla en territorio español. Además, se deberá solicitar ante la justicia española y de la Unión Europea la nulidad de la marca registrada irregularmente.

Será clave evaluar si hubo mala fe en el accionar del tercero. Si se comprueba, constituiría una causa adicional para la anulación de su registro.

Por otra parte, la legislación española en materia de competencia desleal es muy similar a la colombiana. Se podría argumentar que el infractor se ha beneficiado indebidamente de la reputación que Frisby ha construido, lo cual configuraría una conducta parasitaria que podría ser sancionada judicialmente, incluyendo la orden de cesar su actividad y el pago de indemnizaciones.

Un llamado a la acción institucional

Ante este tipo de amenazas, es vital respaldar a Frisby y a otras empresas nacionales que enfrenten situaciones similares. Debemos alentar a la Superintendencia de Industria y Comercio a que exponga, ante sus pares españoles, las razones por las que se cometió un error al conceder derechos al usurpador. Así mismo, es necesario que la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, en conjunto con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, fortalezcan los mecanismos de colaboración internacional para proteger los intereses de los empresarios colombianos.

La historia contada por los fundadores de Frisby

 “Empecé vendiendo arepas en la calle… y terminé fundando una de las cadenas más queridas de Colombia.” 

“No tenía capital, ni local, ni un apellido famoso. Solo tenía hambre… pero no solo de comida, sino de salir adelante. En los años 70, en una época donde pocos creían en el emprendimiento femenino, yo salía a las calles de Pereira con una ollita, vendiendo arepas y empanadas. A veces me llovía, a veces me insultaban, y muchas veces me iba a dormir sin un peso en el bolsillo. Pero jamás me rendí.

Con el tiempo, monté un pequeño negocio que se llamaba “Pizzería Frisby”. Sí, antes vendíamos pizza, no pollo, pero un día decidimos probar con pollo frito… y fue un éxito total. La gente hacía fila. Ahí entendí que la clave no era vender mucho, sino escuchar al cliente. 

Empezamos a crecer, pero no fue fácil. Me tocó enfrentar prejuicios, manejar la empresa siendo madre, mujer y líder en una época machista. Me caí muchas veces, y hubo meses en los que estuve al borde del colapso económico.

Aun así, seguí creyendo. Reinvertí cada peso. Me rodeé de gente buena, y sobre todo, nunca olvidé mis raíces. A los empleados los traté como familia. Nos capacitamos, innovamos, y poco a poco, Frisby se convirtió en una marca nacional. Hoy tenemos más de 200 puntos en Colombia. Y cada vez que paso por uno, me acuerdo de esa olla con la que empecé, debajo de un plástico, vendiendo bajo la lluvia. 

No fue magia, fue constancia, fue fe, fue caerme y levantarme mil veces, porque cuando uno cocina con amor, también puede alimentar sus propios sueños.

No necesitas empezar con todo… solo necesitas empezar con ganas. El resto, lo cocinas en el camino. Narran Alfredo Hoyos Mazuera y Liliana Restrepo Arenas, fundadores de Frisby

A veces la falta de principios y el irrespeto por el esfuerzo del otro se imponen y hasta pueden “triunfar” como en el caso del empresario de España, por eso desde Prensa Llanera nos solidarizamos y unimos a la defensa de los derechos de autor. Las noticias, la información es la misma, pero nos debe caracterizar la originalidad, la pluma como periodistas y creadores de contenido y decimos que “nadie lo hace como Prensa Llanera lo hace: Apollo a Frisby”