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Colombia enfrenta una guerra desigual, y con drones

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Por Lola Portela

Los drones con explosivos es la nueva estrategia de muerte de las disidencias de las Farc. Esa es su actual arma de guerra y muerte.

Y, por eso se prenden las alarmas nacionales e internacionales, dada la inseguridad que enfrenta Colombia y la relevancia en Latinoamérica.

Las disidencias de las Farc, lideradas por el guerrillero Alias Iván Mordisco usan estos letales dispositivos aéreos para atacar policías y militares en Colombia. Han modernizado sus embestidas, con tecnología, y a través de drones con explosivos.  A pesar de estar en pleno cese al fuego con el Gobierno Gustavo Petro.

Las imágenes de los diferentes ataques subversivos, que recorren las redes, son estremecedoras.  Los soldados profesionales de Colombia enfrenan una guerra cruda, pero sin garantías y apoyo del gobierno colombiano para responder, como correspondería.

El argumento es la Paz de Total, que el gobierno vende internacionalmente. Sin embargo, la realidad de la guerra interna está muy lejos del discurso idealista o “pacifista” del presidente Gustavo Petro.

Ellos, los militares y policías colombianos son las víctimas de este ataque terrorista inhumano y desmedido, por parte de las disidencias de las Farc, ahora con drones; cargados de explosivos.

Colombia lleva semanas en medio de atentados, alarmas y ataques hasta con carros y motos bomba. Uno de esos ataques ocurrido en la vereda Pepinal, en El Plateado, Cauca, y allí se lograron pruebas contundentes de los aparatos que recorren los cielos colombianos. Estos dispositivos aéreos, no tripulados, pero manipulados por guerrilleros, son ahora el arma letal, y es enemigo oculto en medio de la guerra, que llega de sorpresa, contra las unidades que patrullan las regiones en Colombia.  

Esta es una enorme amenaza en medio del recrudecimiento de la guerra en Colombia, durante el Gobierno Petro.

El país está inmerso en un plan macabro que recuerda lo que está pasando con los drones en Ucrania, donde colegios, ancianatos, hospitales y demás lugares protegidos por el derecho internacional humanitario son objetivo militar.

La utilización de drones, por parte de las estructuras criminales, tiene en máxima alerta a la fuerza pública, que ven cómo las disidencias están en una carrera de modernización armamentista de guerra. Un cambio de estrategia de ataque para causar el mayor daño posible, y a un menor costo de vida, pues así no exponen a sus hombres y pueden adelantar sus acciones terroristas.  

Lo delicado de la situación es que a las Fuerzas Militares y de Policía les han recortado el presupuesto para las operaciones. Además,  la mayoría de sus aeronaves se encuentran en estado crítico y no pueden volar.

La inteligencia en Colombia también ha sido desmantelada, por disposición del gobierno actual de Colombia. Y, por eso, se dificulta el anticiparse, como lo hacían en el pasado, para evitar los actos terroristas que se están viendo en Colombia. Los ataques cada vez son más crueles, y caen en ellos población civil, especialmente en el Cauca y Valle del Cauca.

En Colombia, las estructuras delincuenciales se han fortalecido. Hoy son más poderosas, el reclutamiento se disparó y regresaron a zonas donde habían perdido el control. Tienen más y mejores armas, y nuevas estrategias letales, como la de los drones.

Ese es el resultado de la política de paz, del cese unilateral al fuego, ordenado por el presidente Petro. Bajo esa orden la fuerza pública frenó sus operaciones militares ofensivas contra estas organizaciones narcotraficantes.

Lo que se vive en Colombia es una guerra por el dominio del terreno, por el control de salidas y entras de rutas del narcotráfico. No es una lucha por ideología, por la desigualdad, o defensa del pueblo, como lo venden internacionalmente, en Europa y África. Estados Unidos ya lo sabe.

Es tan grave el empoderamiento de los criminales y es tan evidente que, al ministro de Defensa, Iván Velásquez, no le quedó otro remedio que reconocer que el ELN, las disidencias de las Farc, la Segunda Marquetalia y el Clan del Golfo usaron la tregua militar para aumentar sus capacidades.

En jaque la seguridad nacional

Los drones los han acondicionado con palancas, con lanzagranadas y otras piezas que se le adaptan. “Les están acondicionando una especie de ganchos metálicos (las piezas diseñadas en 3D) y un interruptor que funciona con un control remoto para que libere el explosivo cuando se le da la orden desde tierra. Esas piezas adicionales los convierten en armas letales son elaboradas en impresoras de tercera dimensión”, señala un informe.

Los tres propósitos fundamentales del uso de los drones,  por parte de los guerrilleros tienen propósitos precisos. El primero de ellos es que los equipos serán utilizados para hacer inteligencia delictiva a las unidades de policías y militares en tierra.

“El dron lo ponen a volar, la persona que lo manipula está a unos cinco kilómetros de distancia del objetivo a vigilar y así graban los movimientos de los integrantes de la fuerza pública (…) Los utilizan, por ejemplo, para vigilar la vía que conduce de San Vicente del Caguán a Puerto Rico, en Caquetá. Ven cómo están ubicados los soldados, qué seguridad tienen, cuántos son y si tienen refuerzos en la zona”, reseña el informe.

El segundo propósito, que ya está en ejecución, consiste en realizar ataques contra militares y policías, como los del Cauca, pero antes obtienen los datos, desde su inteligencia criminal, y ejecutan los ataques con precisión.

El tercer propósito, según información de inteligencia, consiste en el uso de los drones para proteger sus zonas y tapar los puntos vulnerables, por donde les puede llegar la fuerza pública.

“Las disidencias ahora tienen la capacidad, al igual que la fuerza pública, de hacer descubiertas, es decir, tener visuales del área donde se encuentra el enemigo y anticipar los movimientos de la tropa. Están optimizando tiempo y recursos”, reporta el informe de inteligencia.

Prensa Llanera habló con el Coronel (R) Luis Alberto Villamarín, experto en estrategia militar, y nos dice: “eso viene desde hacer rato. En unos documentos que le encontraron a la Segunda Marquetalia en el año 2021, se comprobó que tenían los contactos con un peruano y un brasileño a quienes se los compraban. Y eso lo han ido aprendiendo tanto de los terroristas islámicos, como de la misma guerra de Ucrania e Israel con los de Gaza”

Y agrega: “realmente se volvió muy fácil conseguir un dron a bajo costo, en el mercado, y artillarlo, como se llama el colocarle explosivos. También utilizarlo para hacer seguimiento a las patrullas. Entonces el dron va avanzando, y va dando las coordenadas”

En el operativo que se ejecutó en el municipio de Belén de los Andaquíes, en Caquetá, en febrero del 2024, en contra de alias John Tiempos, cabecilla financiero de la Segunda Marquetalia, de Iván Márquez, se decomisaron tres drones, que estarían siendo usados para extorsiones.

Los últimos ataques con drones contra la fuerza pública se han realizado en el departamento del Cauca, una zona del país dominada por alias Mordisco y sus hombres.  

Villamarín afirma: “el ejército ya está trabajando en eso, el problema que tiene el ejército es que, para comprar un dron, tiene que hacer todo un procedimiento legal y mientras eso se aprueba, y el presupuesto, los bandidos ya han avanzado. Los bandidos tienen la ventaja del narcotráfico, que les permite en el mercado negro conseguirlo más fácil”.

Una guerra con desigualdad de recursos.

Y sobre el uso de los drones en la guerra Villamizar precisa: “quien lo compra tiene que ser consiente que es un elemento prácticamente perdido, porque cuesta una cantidad, vamos a ponerle un precio de 5 mil dólares, pero lo más seguro es que no regrese de la misión, porque lo pueden tumbar. Entonces es un riesgo alto, que también el ejército no tiene las condiciones de comprarlo, pero tocará buscarle la fórmula, porque eso está muy de moda”, concluye.  

El uso de drones por parte de los grupos armados ilegales no solo aumentó la capacidad ofensiva de estas organizaciones, sino que también plantea riesgos para la población civil, al poder confundirse con drones de uso civil, y aumentar el peligro de ataques indiscriminados y sorpresivos.