Por Lola Portela
Hoy 25 de enero, no es una fecha cualquiera, se cumplen 25 años de la terrible tragedia de Armenia.
Un día que aún está en el recuerdo de los sobrevivientes y en la mente de quienes cubrieron la noticia y de aquellos que atendieron la población sobreviviente, en los rescatistas de una ciudad que se encontraba en su hora de almuerzo
Todo inició a la 1:19 p.m. del 25 de enero de 1999, cuando se registró un sismo de magnitud 6.1 a 21 km de profundidad, con epicentro en Córdoba, Quindío, a 16 km de Armenia.
El evento, aparentemente “normal” produjo posteriormente 1185 personas fallecidas, 8536 heridos y más de 35 mil viviendas destruidas o que quedaron inhabitables, este fue uno de los terremotos más devastadores de la historia de Colombia.
Muchos se preguntan por qué, si su magnitud no fue tan alta (por ejemplo, el sismo del 17 de agosto de 2023, que se sintió en varios departamentos de Colombia, también tuvo magnitud 6.1, este terremoto causó tantos daños.
John Makario Londoño, director técnico de Geoamenazas, explica que se debió en parte a la profundidad superficial del sismo, pero sobre todo al colapso de muchas edificaciones que no eran sismorresistentes. Además, muchas de las construcciones más afectadas estaban ubicadas en zonas de relleno y bordes de laderas.
Conmemorar sucesos como este, que cumple 25 años de haber ocurrido, permite, tanto a la ciudadanía como a las autoridades, entender qué decisiones y acciones pueden ayudar a salvaguardar vidas. No debemos olvidar que Colombia es un país sísmicamente activo, y que donde hubo un sismo en el pasado es probable que vuelva a ocurrir en el futuro.
Desde el Servicio Geológico Colombiano, SGC, hay un enorme compromiso con el monitoreo y la investigación, orientados a gestionar el riesgo ante amenazas sísmicas.
Prensa Llanera también tiene esta fuente oficial, para seguir paso a paso los cambios que se producen tanto por los volcanes activos, como por los movimientos sísmicos en las regiones de Colombia.
La historia muestra que cada 20 o 25 años se repiten los terremotos, por ejemplo el 23 de noviembre de 1979 y anterior a ése hubo otro el 30 de julio de 1962 y antes en 4 de febrero 1938 se produjo uno. Es decir en todo el siglo XX hubo una frecuencia de más o menos 20 años. En cuanto a daños estos sismos fueron muy parecidos al de 1999. Se conocen bien esos terremotos, pero la gente los olvida. Tal vez, porque las generaciones son otras.
Aunque los estudios apunten a una posibilidad y no a una certeza, mucho menos se trata de una predicción, lo cierto es que el sismo de 1999 le dejó al país lecciones para el cambio en la atención de emergencias y el seguimiento a nuevas normas de construcción.
La naturaleza no avisa, pero los avances en la ciencia y la investigación hoy son mejores.