La batalla por el Valle del Micay habría estallado una escalada de violencia en el Cauca
El presidente Gustavo Petro informó que las acciones terroristas protagonizadas por el Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc son una retaliación por las operaciones que adelantan las Fuerzas Militares en el Valle del Micay, un extenso cañón donde se produce el 70 % de la hoja de coca de este departamento.
Este sector divide las zonas rurales de los municipios de Tambo y Argelia sobre la cordillera occidental. Según las investigaciones adelantadas por el Ejército Nacional, allí delinque el frente Carlos Patiño, quien convirtió el territorio en “el principal acopio de la cocaína, el principal enclave del narcotráfico y corredor principal para sacar la droga hacia el Pacífico”.
Además de tener el control sobre las economías ilegales, algunas pruebas sostendrían que la guerrilla coaccionaría a la población civil con medidas de presión y prohibiciones, para no afectar el negocio. Recientemente, se descubrió que les habrían limitado la libre circulación y habrían sido invitados para que atacaran a los militares que se acercaban al cañón.
Las montañas están minadas de artefactos explosivos y las Fuerzas Militares los están desafiando desde julio de 2023, en una apuesta por arrebatarles el control a las disidencias que comanda Iván Mordisco. Esto ha desencadenado una violenta confrontación entre ambos bandos y los campesinos han quedado en la mitad de las balas.
En lo que va corrido de esta intervención militar, se han destruido más de 60 minas antipersona y descubierto nueve campamentos ubicados en la parte más alta de la montaña para detectar los movimientos de las tropas, “rodeados por cientos de hectáreas de droga, principal fuente de financiamiento de las disidencias para cometer acciones ilegales”.
Al parecer, tras esta presión, el Estado Mayor Central estaría respondiendo de manera violenta. Así lo anunció el presidente Gustavo Petro en sus redes sociales, luego de que se conociera la detonación de un carrobomba en la zona rural de Buenos Aires, en las inmediaciones de la estación de la Policía, y el hostigamiento al Ejército en Suárez.
“Las acciones del EMC en el Cauca son su respuesta a nuestra ofensiva en el Valle del Micay donde se produce el 70% de la hoja de coca del Cauca. Nuestro objetivo se mantiene. El Valle del Micay será el ejemplo de cómo se sustituye una economía ilícita por una lícita en favor del campesinado”, manifestó el primer mandatario este miércoles 20 de septiembre.
Paralelamente, ordenó ampliar el número de militares y policías que atienden el orden público en el departamento de Cauca.
Un territorio que, además de estas acciones terroristas, está azotado por los homicidios selectivos, las extorsiones, los desplazamientos masivos y el confinamiento. Todas las miradas están sobre las disidencias de Iván Mordisco.
Cuaca, un lugar donde los cultivos de coca abundan.
La guerra en el Cauca es entre varios grupos guerrilleros, por el dominio del territorio, y se conjuga el poder en el negocio de la coca, laboratorios, rutas, y todo lo que rodea el negocio ilícito.
Y en ese contexto anunciaron: “El propósito de este proceso de construcción de paz es la dignificación de la forma de vida de las colombianas y colombianos que son víctimas directas de la desigualdad social y de la confrontación armada, entendiendo que este es un proceso que deberá generar espacios de participación real y efectiva de las diferentes expresiones de la sociedad”.
La pregunta ciudadana hoy es ¿hay seriedad en ese compromiso de paz, o qué hay detrás realmente de la mal llamada “Paz Total”?, pues la población ni la vive, ni la siente; en varios territorios de Colombia.