Por Lola Portela
La mayoría de nuestros jóvenes de Latinoamérica, por falta de recursos, no pueden acceder a una universidad con facilidad. Muchas familias no dan para ese gasto.
Por supuesto, hay universidades públicas, pero el acceso es limitado. No hay cupos para tantos.
En mi trasegar profesional, tuve la maravillosa experiencia de hacer parte de proyectos de becas universitarias, con instituciones privadas que, como parte de su proyección social, apoyan a cientos de jóvenes colombianos para que accedan a sus programas académicos.
También viví de cerca, semestre a semestre, el esfuerzo de padres o madres que accedían a las facilidades de pago y préstamos para lograr ver graduarse a sus hijos.
La educación superior es un sueño, que incluso van dejando atrás muchos jóvenes. Otros pierden la ilusión, por los costos que implica, y luego está el desempleo, el mal pago profesional, etc.
Por eso, ver cómo un presidente se “pone la camiseta”, por la educación de los jóvenes de su país y los sorprende, me hace pensar que hay esperanza. El asunto está en saber elegir un buen ser humano, un verdadero y excelente líder político. Uno que gobierne de cara a Dios y luego a los hombres. Un ser que ame a su gente, y que trabaja por y para ese pueblo.
El Salvador de hoy, es diferente, atrás quedó el país más violento, la desesperanza, el desempleo, la falta de educación, atrás quedó la indolencia. Por eso, en estas líneas quiero destacar lo que se logra en una verdadera democracia desde: la libertad, el orden, la justicia y con un trabajo social verdadero, como el que adelanta Nayib Bukele por los salvadoreños y la juventud de su patria. Un gran ejemplo para el resto de países