Por Lola Portela
La Reforma Laboral que ya presentó al Congreso el gobierno de Gustavo Petro, no merece en realidad ningún análisis: es la reforma hacia una dirigencia sindical, en lo laboral.
Y eso que, en lo personal, admiro la colegiatura y los sindicatos en Costa Rica. De hecho soy muy cercana, y miro de cerca la gestión del sindicato y colegio de Periodistas de ese país, pues admiro cómo procuran el bienestar de todos los empleados del país, pues todos estas colegiados, pero también existe la motivación empresarial, es un país que estimula el desarrollo. No se vive, no se habla del decrecimiento económico, como sucede ahora en el país de la cumbia.
En cada país el cuento político es diferente. En Colombia, por ejemplo la nueva Reforma Laboral del Pacto Histórico está diseñada para destruir el empleo formal. Y con ello se generará más pobreza y desigualdad. No resolverá en nada la precaria situación de los informales y desempleados, como tampoco es un apoyo para las mujeres y los jóvenes, en cuanto a su primer empleo.
Lo que sí es evidente es el regreso al monopolio sindical, y con ello volver al pasado. Recuerdo que, siendo aún una niña, leí sobre el desmadre sindical y corrupto que acabó con Puertos de Colombia, los Ferrocarriles,. Luego vino lo de Telecom y después Inravisión, entre muchas, otras empresas en Colombia.
Y es que de aprobarse la reforma planteada se profundizará la informalidad laboral en el país, pues nadie será capaz con la enorme carga presupuestal. Además el cargar con un sindicato encima.
Y es que además, de tener que soportar empleados “atornillados”, sin importar si son: malos trabajadores, deshonestos, desleales en su cargo, serán empleados de por vida, porque para despedirlos hay que ir a tribunales y dar la pelea. Ya lo vimos: nada más flojo que un empleado sindicalizado y recibiendo el sueldo de gratis. Por su puesto, se entiende que también en Colombia despiden a muchos sin justa causa y sin importar su drama personal. También lo viví en mis tiempos de empleada. Y eso, me llevó a ser felizmente independiente.
Mientras el mundo mira hacia la independencia empresarial. Y el desempeño laboral se fortalece con los “nómadas digitales”, esos que trabajamos desde donde el viento nos lleve, este gobierno del Pacto, pretende ir contra la corriente hacia la esclavitud, claro del empresario. ¿Se les olvida , que cada día es menos necesario lo presencial?
No se entiende cómo se hacen llamar “progresistas” y diseñan una reforma que no está inspirada en apoyar a las microempresas, a la creación de innovación con más y mejores empleos, sino defiende los intereses de menos del 5% de los trabajadores sindicalizados y, en especial, a sus élites.
De aprobarse la Reforma Laboral planteada por este gobierno de Petro se profundizará la informalidad laboral en el país, se perderán cientos de miles de empleos, especialmente de mujeres y jóvenes, también la competitividad y se afectarán los ingresos de las familias en momentos en que se vive un crecimiento casi nulo de la economía.
Y como tal parece que el afán es cumplir con mezquinas promesas, el Gobierno pretende tramitarla con rapidez, es decir: como ordinaria. Cuando está claro que modifica derechos fundamentales y reforma el Código Sustantivo del Trabajo, por lo cual debe tramitarse como una reforma estatutaria. Despacio y con buena letra: bien discutida y en TODOS los ámbitos. De lo contrario será otro gol que les meten a los honorables Congresistas y Senadores.
Colombia entera y los Congresistas deben leer el contenido de ésa Reforma y darse cuenta que la nueva reforma laboral sólo satisface los intereses del sindicalismo. Como quien dice: habrá 1,2 millones de privilegiados sobre los 23 millones de personas activas, empleadas, informales y también desempleadas que no son el foco de atención del Gobierno.
El proyecto desmotiva la creación de empleos formales y de calidad. En primer lugar, porque encarece la contratación, a través de los incrementos en el costo de la hora laboral por efecto de la reducción de la jornada de 48, en la práctica, a 42 horas semanales. A esto se suma el también incremento en el pago de horas nocturnas, dominicales e indemnizaciones, como bien lo establece el juicioso estudio de la Andi, que está visto ni siquiera fue consultado por el Gobierno.
Por fortuna, Fenalco, ya hizo cuentas cuantificó el incremento en los costos laborales en un 35%. Y esto en medio de una enorme crisis económica mundial es muy grave.
En Colombia más de un millón de trabajadores están vinculados a empresas con tercerización laboral, conocida también como Outsourcing, es una figura mediante la cual la empresa recurre a proveedores externos de mano de obra, a fin de evitar contratarlos directamente. El proyecto pretende condenarlos al despido, también por un tema ideológico y mal fundamentado, el “paternalismo empresarial”.
Hoy en día muchas de esas empresas cumplen a cabalidad con sus obligaciones legales, pero por alguna razón los sindicatos les declararon la guerra y las ven como enemigas. Y es por eso que perderán sus trabajos las personas vinculadas a plataformas tecnológicas de entregas y mensajería, por ejemplo.
Se estima que serán más de 300.000 personas que quedarán desempleadas. En solo la empresa Rappi 55.000 quedarán sin ingresos, pues el proyecto obliga a vincular mediante contrato de trabajo a todos sus repartidores.
En ese afán de regresarnos en el tiempo a un siglo, se levanta también la prohibición de la huelga en los servicios públicos esenciales, con lo cual primaría la huelga, por encima de los derechos de todos los ciudadanos, frente a los de aquellos trabajadores sindicalizados.
¿Se imaginan ver a las familias sin agua, sin energía y sin gas, por cuenta del derecho a la huelga de unos privilegiados sindicalistas?. Es lo que viene en camino.
Y es que por supuesto, la nueva Reforma Laboral, con ideas reviejas, reduce al mínimo las causales para declarar la ilegalidad de una huelga, como también se prohíbe la celebración de acuerdos entre patrones y trabajadores no sindicalizados y los llamados contratos sindicales.
Como si fuera poco, se criminaliza cualquier conducta que pueda entenderse como atentatoria contra los derechos de los sindicatos.
Por eso, nada extraño será ver las cárceles llenas de miembros de recursos humanos de las empresas. Ellos ocuparían las celdas que dejen los responsables de delitos de lesa humanidad, asesinos y terroristas que, con el nuevo proyecto de humanización de cárceles y de sometimiento, quedarán muy pronto en libertad.
¿Será que los Congresistas resuelven hacer dieta de mermelada, para que evitemos ver a los delincuentes en la calle, junto con muchos desempleados más, y a los emprendedores; empresarios en la cárcel, por cuenta del cambio?