Por Lola Pórtela
Unos lo ven con buenos ojos, otros lo critican y los demás hasta tienen esperanza de paz, por la llegada de José Félix Lafaurie a la mesa de los nuevos diálogos con el ELN.
Creo que el presidente Gustavo Petro resolvió jugársela, proponiéndole a Lafaurie ser parte de la mesa de negociación, pero sin lugar a dudas, los más entendidos en temas de diálogos con disidencias, explican que el director gremial “acercaría a quienes no creen en este proceso de paz”.
“El sector ganadero no puede negarse a una solicitud como la que hizo el presidente (…) si el presidente me pide una colaboración en esta dirección, yo voy a hacerlo, lo voy a hacer con el compromiso que me obliga, además un sector como el nuestro que ha sido el más atropellado (…) ojalá que ese anhelo de paz total que tienen los colombianos pueda darse”, expresó Lafaurie, al respecto.
Y es que desde el presidente Alfonso López Michelsen se ha tratado de llegar, muchas veces, a Acuerdos con el ELN, y no ha sido posible. Esta nueva mesa de diálogo será la quinta con este grupo ilegal en toda su historia. El último intento de diálogo con el ELN se dio hace 4 años, por eso, algunos dicen que lo de ahora sería otra reactivación de la mesa de dialogo.
Al interior de Colombia, política y socialmente, se dice que el grupo guerrillero no le ha cumplido al país, muestra de eso fue que, en plenos diálogos, se dio el atentado del 17 de enero de 2019 a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander. Un ataque terrorista perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que consistió en la explosión de un carro bomba, en las instalaciones de la escuela de formación de oficiales de la Policía en Bogotá, Colombia.
Esa detonación de 80 kilos de pentolita cobró la vida de 23 personas, incluyendo el perpetrador y una cadete ecuatoriana que recibía formación policial allí. Así mismo, dejó casi 100 heridos; la mayoría de ellos, jóvenes cadetes que realizaban su formación como oficiales de policía. También entre los heridos hubo 2 cadetes panameños y otra cadete ecuatoriana, quienes recibían formación militar en la escuela de policía colombiana, por el gran prestigio internacional de la institución.
Sería bueno también poder escuchar al ELN, para saber su verdad sobre ¿por qué se han retirado tantas veces de la mesa de diálogo?
Lo cierto es que en el ambiente nacional e internacional se siente que esta vez dialogarán dos bandos. Por su parte, Lafaurie durante décadas ha demostrado ser un ganadero que quiere y representa a su gremio, además lo conocen, lo respetan, y como muchos ganaderos, campesinos y colombianos citadinos, le importa y quiere la paz. Un punto a favor del proceso.
El pensar de algunos colombianos consultados es que Lafaurie resolvió exponer su propio pellejo, su prestigio y su posición contraria, porque bien sabemos que no es de izquierda. “Con su respuesta de aceptación para ser parte de los negociadores está demostrando lo mucho que ama a su país”, dice un colombiano del común, cuyo nombre pidió reservar.
Desde mi humilde orilla, como periodista, creo que, aunque lo critiquen propios y extraños del gremio ganadero, en Colombia, siento que él no tenía alternativa, ante tal ofrecimiento, y ese puede ser el camino, hacia una credibilidad de la nueva mesa. Ya que la seriedad, razonamiento y equidad que ha demostrado como presidente de Fedegan es bien conocida y respetada internacionalmente.
Claro está que, en la memoria de todos los colombianos, están vivos los actos de violencia del ELN, y hay recuerdos de mucho dolor en cada colombiano, pero el sólo pensar en que podríamos pasar la hoja de esa guerra, nos debe devolver la esperanza.
Y es que no podemos olvidar que el sector ganadero también ha sido víctima de la violencia. Muchos ganaderos han sido secuestrados, asesinados y hay muchos que, en todas estas décadas de violencia, de los unos con los otros, perdieron sus tierras, recientemente se enfrentaron a invasores de tierra. También han sido acusados de legitimar, de promover, etc. el paramilitarismo. Defender sus propiedades les ha costado ese estigma, y también hay que decirlo.
Hace muchos años, cubriendo una de las tantas masacres en Colombia, me dijo un campesino ganadero, lo siguiente: “periodista, usted es hombre, tiene en su finca a sus hijos, su esposa y a su mamá; llegan unos tipos armados, asesinan a su capataz, y siguen hacia la casa, ¿usted qué haría, se defiende y dispara, se esconde y permite que hasta violen y asesinen a sus mujeres delante suyo. ¿Dígame qué hace?” En ese momento entendí, lo complejo del conflicto, y lo difícil de ponerse en los zapatos de muchos campesinos. Sí, porque eso son la mayoría de los ganaderos colombianos, como lo han sido muchas de nuestras familias colombianas: ¡campesinos!, cuyos hijos salieron a la ciudad a estudiar, con sacrificio, pero sus ancestros vivieron esa dura violencia.
Y es que, vale la pena precisar que el tener una tierra no te hace rico, como lo afirman muchos seguidores de Petro. Sólo demuestra que hubo unos padres, unos abuelos y hasta bisabuelos que trabajaron mucho y fuerte para tenerla. Además, para mantenerla se madruga, se pasan horas al sol y al agua, se marcan las huellas en el rostro, salen callos en las manos, pero también hay muchos que, un día, resolvieron soltar ese terruño, para evitar perder a los suyos, en medio de la guerra. Eso no lo entienden muchos de la ciudad, eso no se los enseñan, en la doctrina de izquierda, a la juventud de Colombia. Tampoco lo entienden muy bien quienes poco o nada saben de la historia del campo de su país, quienes viven una rutina diferente, en las ciudades.
Y, por su parte, la izquierda afirma que la culpa de las guerrillas, en territorios, su crecimiento y fortalecimiento es por el abandono de 200 años de los gobiernos anteriores, quisiera que realmente conocieran el territorio colombiano, pero ese es otro tema.
Uno de los miedos tangibles de este proceso de paz, es la mala experiencia vivida en los diálogos con las FARC: fueron eternos en el tiempo. Hubo mucho para ese lado, y nada de parte de ellos, hacia las víctimas y el país. Ni siquiera se logró la verdad, mucho menos la justicia y por ende aún no hay perdón total y menos olvido.
Y aunque el próximo lunes 21 de noviembre se reanudan los diálogos con el ELN, una promesa de Petro durante su campaña, ese paso se da en el marco de una tremenda desconfianza e incertidumbre.
Al ELN le corresponde generar nuevos mecanismos de credibilidad, y al gobierno brindar las garantías, pero de cara al pueblo. Complejo tema, porque es innegable que el Gobierno Petro representa las “causas políticas” de los grupos guerrilleros en Colombia. Y en ese sentido los “elenos”, ya no tendrían razón de ser.
Si analizamos el tema objetivamente: el ELN tiene todo a su favor para desarmarse, y dejar así el terrorismo, suspender para siempre el daño al medio ambiente, y dejar de sembrar miedo, en las regiones colombianas que domina. Además, la mayoría de sus líderes están ya viejos, y seguramente cansados de esa lucha, sin fin.
Tal vez, los veamos pidiendo perdón, entregando sus armas y contando dónde están los secuestrados que no fueron liberados. Demostraciones necesarias para que se dé confianza y la paz sea una realidad, sin olvidarse que la impunidad total tampoco es el camino.
Sin embargo, Colombia no puede esperar que vayan a la cárcel, nadie negocia para perder, y menos su libertad. Recordemos que, en ese afán de paz, ya Colombia lo ha dado y hasta feriado todo. Pablo Escobar, por ejemplo, negoció y se entregó al gobierno, pero ya vimos que hasta dio él mismo puso el terreno para que le construyeran su Catedral, a su gusto, pero donde vivió como quiso y siguió en su negocio.
Esas diferencias ideológicas en esta mesa, se pueden catalogar de favorables, como lo será el escuchar a las víctimas y a los victimarios, pues hace parte de llegar a un Acuerdo. La agenda, la ruta y demás detalles seguramente las irán mostrando, a partir del lunes 21 de noviembre.
En todo caso, bienvenidos todos los esfuerzos para el desarme del ELN, como parte de la paz, que sólo es un sueño, hasta ahora. Hay una gran expectativa hasta internacional, por la ideología del ELN.
Estos son los delegados por parte del Gobierno Petro:
María José Pizarro
Llegó al Consejo hace cuatro años por Colombia Humana, la misma lista que encabezó el ahora presidente Gustavo Petro al Senado. Es hija de Carlos Pizarro, quien fue comandante del M-19 y que fue asesinado cuando era candidato presidencial en 1990. Actualmente, María José Pizarro es una de las voces más visibles en el Pacto Histórica como senadora. Además, ha trabajado en el Centro Nacional de Memoria Histórica y ha hecho activismo por la paz.
Otty Patiño Hormaza
Es el fundador de la extinta guerrilla del M-19, politólogo, escritor y experto en conflicto. Patiño participó en acciones como el robo de armas al Cantón Norte del Ejército y la toma de la embajada de la República Dominicana, pero también fue un miembro negociador en los procesos de paz en los que participó el movimiento. Desde su paso por el M-19, el presidente Gustavo Petro formó amistad con Patiño. Cuando se desmovilizó, fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 por la AD-M19, el partido que nació del grupo armado ilegal.
Iván Cepeda
Ha militado desde joven en partidos de izquierda, incluso su padre, Manuel Cepeda, era congresista de la Unión Patriótica y fue asesinado en 1994. En ese momento Iván tuvo que exiliarse a Suiza y en ese país formó su carrera que concentró en la defensa de las víctimas. Precisamente, fue una de las voces más importantes del Movimiento de Víctimas de Estado (Movice). No es la primera vez de Cepeda en las negociaciones de paz, durante el gobierno del expresidente Santos, tuvo el papel de facilitador entre la extinta guerrilla de las Farc y el ELN. Es uno de los hombres de confianza del presidente Petro y actualmente es senador.
Alberto Castilla
Llegó al Senado en el 2014 avalado por el movimiento campesino. Precisamente, es un líder visible del paro campesino de 2013. Su entrada a la política por el Polo Democrático Alternativo en el año 2006 y también hizo parte de una organización campesina conocida como Coordinadora Nacional Agrario.
Y estos son los delegados por parte del ELN:
Aurelio Carbonell
También es conocido como Pablo Tejada pero su nombre real es Víctor Cubides. Es sociólogo de la Universidad Nacional y se ha destacado como un intelectual del ELN. Fue jefe del equipo negociador de esa guerrilla durante los diálogos de paz fallidos que suspendió el gobierno de Iván Duque.
Pablo Beltrán
Se llama Israel Ramírez Pineda y tiene 67 años. Su vida en la guerrilla inició en los años 70 y actualmente es el segundo al mando del ELN. Engrosó esas filas mientras, al mismo tiempo, estudiaba ingeniería de petróleos en la Universidad Industrial de Santander. Y para la siguiente década, en los 80, fue miembro del Comando Central llegando a ser líder de esa guerrilla rural. Esta es la tercera vez que Pablo Beltrán participa en un diálogo de paz. La primera vez fue durante el gobierno de Andrés Pastrana y la última vez fue durante el gobierno de Juan Manuel Santos.
Nicolás Rodríguez Bautista
Más conocido bajo el alias de Gabino. Ha participado en varios diálogos de paz y aunque ingresó de 14 años a las filas de la guerrilla, alcanzó a ser el máximo jefe del ELN hasta 2021, cuando decidió renunciar por motivos de salud.
“El proceso de paz comienza ya”, dijo Gustavo Petro. Y la Fiscalía General de la Nación confirmó que fueron levantadas las órdenes de captura contra 16 altos mandos de esa guerrilla, quienes estarán vinculados al proceso de paz con el Gobierno Nacional