Por Lola Pórtela
Colombia y el mundo conoció a Gustavo Moncayo por ser un padre que caminó 12 años por la liberación de su hijo, secuestrado.
Gustavo Guillermo Moncayo fue una más de las víctimas del conflicto armado en Colombia. Salió del anonimato, por esas penosas y valientes caminatas, que inició en Sandoná, en el departamento de Nariño, con la meta de llegar hasta Bogotá. Esa travesía la inició en medio de su impotencia, frente al secuestro de su hijo el suboficial del ejército Pablo Emilio Moncayo, quien fue secuestrado por la guerrilla de las FARC, en el año 1997.
Con ese gesto de protesta, pretendía lograr que el gobierno nacional, de entonces, permitiera las negociaciones que llevaran al intercambio humanitario, o que las FARC decidieran, por voluntad propia, darle la libertad a esa familia.
Con el “secuestro político”, como lo han argumentado ante la JEP, secuestraron miles de familias colombianas, sin olvidar que con ese delito también afectaron la vida de familias extranjeras.
Al profe Moncayo lo vimos con una cadena al cuello, evidenciando el dolor de las imágenes de los secuestrados encadenados, con sus zapatos y pies destrozados, por las carreteras colombianas, y con su salud, muchas veces desmejorada, por el enorme esfuerzo físico que implicó decir ¡no más al secuestro! De esa manera, conocimos y vimos a un profesor colombiano, al “profe Moncayo”, caminar más de 1000 kilómetros, por la libertad.
Esas dolorosas marchas son parte de la memoria histórica de Colombia, pues a él se unieron otros familiares de víctimas, como don Luis, el padre de John Pinchao, un policía colombiano que también fue secuestrado.
Ellos pasarán a la historia como “sobrevivientes”, que lucharon y agotaron su cuerpo, arrastrando sus pies y su humanidad por toda Colombia.
Nos dejan el ejemplo de sus almas libres y colmadas de fortaleza, cuyo único objeto era buscar la liberación de sus hijos secuestrados por victimarios que nunca han dicho la verdad, jamás pidieron perdón, y tampoco tendrán la forma de reparar realmente el daño que le hicieron, durante décadas, a un país. Hechos que justificaron, y aún justifican como “lucha política”.
Padre e hijo lograron abrazarse, nuevamente, después de 12 años, tres meses y 10 días. El uniformado Pablo Emilio Moncayo fue la persona que más tiempo estuvo secuestrado por las Farc.
“El caminante por la paz” falleció en la madrugada del martes 15 de noviembre de 2022, a sus 69 años. El profesor Moncayo padecía un cáncer terminal en su hígado. Y murió sin ninguna reparación de los exFarc.
Estuvo a la espera de una reparación económica, por parte de los exFarc, los secuestradores de su hijo, pues no tuvo para pagar su tratamiento de cáncer, y facilitar un eventual transplante.
“Es imposible que nosotros como víctimas podamos reconstruir nuestro proyecto de vida con reparaciones simbólicas. Las Farc tienen la capacidad y la posibilidad de hacerlo y lo estamos exigiendo, porque necesitamos un trasplante para mi padre, que está en peligro de muerte”, había pedido Yuri Tatiana Moncayo, hija del profesor.
Creo que el cáncer se convierte en la manera de manifestar, visiblemente, el inmenso dolor que en extremo aguantó el espíritu, no expresó el alma, pero se evidenció en el cuerpo, pues varios familiares de víctimas padecen o han muerto de cáncer.
La memoria histórica da cuenta de que es un hecho que quien daña la integridad de su pueblo, jamás podrá ser visto, ni respetado, como un héroe o un líder del pueblo.