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¿Latinoamérica es izquierda?

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Por Lola Pórtela

Es la pregunta que desde otros continentes, ya se hacen. Y la respuesta es: no.

Aún en cada país hay todavía muchos corazones que tienen el color de la libertad. Y no necesariamente pertenecen a la derecha o a un partido determinado.

Es pueblo, del común, como usted que  lee estas líneas y que, tal vez, jamás había votado y lo hizo en estos últimos tiempos, por ese temor de llevar al país a ser de la izquierda radical,  “central”, o progresista, como venden el discurso algunos candidatos, cuando están en campaña.

Es de admirar cómo la izquierda cautiva a la juventud con su discurso romántico, sobre erradicar de tajo la pobreza, defender las minorías, la igualdad para todos y “la defensa del cambio climático”, que les hace  olvidar y hasta justificar qué ha hecho el candidato, de turno, en su pasado.

Presidente de Brasil, Lula Da Silva

La muestra es el triunfo de Lula, que se suma al de Petro en Colombia; López Obrador en México; Fernández en Argentina y Boric en Chile, algo que nunca antes había coincidido, en el continente Latino.

Sin embargo, no se puede desconocer el hecho que si bien en las elecciones recientes los triunfos fueron de líderes de movimientos políticos de izquierda, el margen en los resultados electorales en Brasil y los otros países mostraron no ser amplios, de hecho, son reducidos entre los dos candidatos. Es también evidente la polarización política que caracteriza la región, lo cual no deja de ser un factor que jugará un papel protagónico en las decisiones de carácter nacional y multilateral que se puedan dar.

Si analizamos los diferentes países latinos que hoy son gobernados actualmente por la izquierda, encontramos mucho en común:

1. Los presidentes de izquierda están en su cargo por una bien diseñada estrategia de marketing político, pero está señalada por ser amañada, colmada de “triquiñuelas”, mentiras y populismo. 

2. En varios países se orquestaron y dieron protestas violentas previas, incluso desde 2019, el COVID calmó, esos ánimos, pero trajo más crisis social y económica. Aunque sorteada por algunos mandatarios de mejor manera.

4. Varios de esos presidentes de izquierda llegaron al poder con una diferencia, o margen electoral, muy pequeña en cuanto a votos.

5. Todas las elecciones  tienen el señalamiento del fraude electoral.

6. Los une también la necesidad, la pobreza del pueblo para llevarles un discurso que esperaban escuchar: ¡incluyente!, en medio de la crisis económica, social y moral-política de los países de la región, entre otros.

Algunos presidentes en sus discursos dicen que son países “hermanos”. Tal vez, porque actualmente tienen ítems sociales, económicos, políticos y ecológicos, en una agenda común para la región.

Y creen ser más que un servidor público, dueños del universo. Por eso escuchamos en la COP27, en Egipto, a Gustavo Petro decir, frases tan absurdas como: “Si Colombia usa todas sus reservas de carbón toda la humanidad muere”.

Definitivamente, son personajes que hasta exponen o justifican “sus locuras” en espacios masivos, y es que piensan que el mundo gira en torno a sus propuestas o decisiones.

Tal vez, creen el universo bruto, no tiene explicación, que traten de convencer con sus teorías, sacadas de un idealismo mágico, más allá de las mariposas de Gabriel García Márquez, cuya obra eran producto de su imaginación, como las propuestas de éstos candidatos.

Vemos que la mayoría vota por estos personajes porque están “cansados” de lo que existe. Por ejemplo, en Colombia votaron Petro porque decía tener la receta para “vivir sabroso”, para convertir el país en una “potencia mundial de la vida”, y porque además  tenía las fórmulas para resolver los problemas acumulados en 200 años de gobiernos reaccionarios. No lo ha tenido tan fácil.

Y por eso son evidentes las contradicciones. Por ejemplo que “la gasolina es más dañina que la cocaína”, hasta rima, como poesía. El asunto real es que con cocaína no se logran mover los cientos de vehículos de carga de los puertos colombianos, con cocaína, en el tanque, no puede mover ni la escolta del mismo Presidente, ni los cientos de camiones que transportan la comida, en todo el territorio.

El discurso ambientalista y de cambio climático, de todos los de izquierda, va bien separado de la realidad.  Y no tienen la solución. Venden humo. El tema del cambio climático no es asunto de un presidente de un país Latino, pobre con líos graves de inseguridad, de inundaciones, falta de conectividad, etc .

Y en ese contexto parece que olvidaran que para guardar la energía limpia que se produzca, se requieren baterías. Y para hacer baterías se necesita litio, níquel, cobalto, aluminio. Y para transmitir la electricidad (limpia o sucia) se requieren cables de acero (hierro y carbono), de cobre o de aluminio, torres de alta tensión (acero y hormigón), transformadores (metales ferromagnéticos), etc.

Como ven es un discurso sin fundamento irse en contra de la minería cuando el litio, el níquel, el cobalto, el aluminio, el hierro, el cobre, el carbono, el cemento vienen de la minería. Ese discurso es el que siguen creyendo muchos.

Además, a la mayoría de países les carcome, como a un cáncer, la corrupción. Ese delito  que conlleva a la injusticia social, a un sistema jurídico que es o ha sido manipulado, amedrentado, comprado, etc.  (leyes, jueces y hasta cortes). En algunos países se ha sufrido por el terrorismo de la izquierda revolucionaria. Y, aun así, justifican sus actos porque el objetivo es derrocar los sistemas capitalistas, de derecha o centro  y reemplazarlos por sociedades marxista-leninistas o socialistas.

También son países que, a pesar de sus enormes riquezas, en sus mares, suelos, subsuelos y hasta biosfera, tienen en alza el desempleo, junto con la pobreza, y al llegar al poder la izquierda su moneda se fue hacia la devaluación. Y como si fuera poco la inseguridad amedrenta a la población, ya sea por la delincuencia, el narcotráfico o las guerrillas, pues ese es su pan diario.

El caso de Colombia es extraordinario, pues reúne  la mayoría de las circunstancias anteriores y juntas.

Sin embargo, nada fue casual, y es lo que debemos entender.

Éste es un plan, que inicia por desacreditar, a como dé lugar, al gobernante anterior, incluso usando la debilidad moral, de algunos, para llevarlos a caer en corrupción, muchos con escándalos públicos, porque la estrategia funciona, como un reloj bien calibrado, destinado a destruir.

Sí, parecería que existe un consenso, en el espectro político, para que ese mapa rojo sea una realidad en Latinoamérica.  Y, en ese contexto, es que hoy se da la consolidación de una “ola izquierdista” desde México hasta Chile.

Para analistas, el Foro de Sao Paulo logró su cometido: teñir de rojo sangre a América Latina. Y, para lograrlo,  desarrollaron campañas electorales sucias, gestaron la polarización interna en los países. Mediante sus discursos, colmados de odio y resentimiento, despertando resentimientos. Y muchos hasta maquinaron el  fraude electoral, a través incluso de amenazas y sobornos.

En definitiva idearon estrategias colmadas de engaños y hasta conformaron y apoyaron a las llamadas “primeras líneas”, tan evidentes en países como: Chile, Perú. Colombia y hasta Nicaragua, para atacar y destruir, los bienes públicos y privados, y ver los jóvenes enfrentarse con la fuerza pública. Muchos de esos son provenientes de hogares disfuncionales, que encuentran en su “parche” la familia, otros son adictos a las drogas y la mayoría fueron adoctrinados. En el caso de Colombia, han logrado desacreditar a la policía y militares, y los  visibilizan como violadores de DDHH.

De esa manera, desde el 2019 esas “primeras líneas” atacaron el país, más allá de unas protestas, y así destruyeron propiedad privada, afectaron la economía de muchos micro empresarios. Destruyeron  instituciones civiles, militares  y hasta eclesiásticas e incendiaron iglesias, explotaron bombas en lugares militares.

En Nicaragua sembraron el terror eclesiástico y muchos religiosos debieron abandonar el país. En Colombia atacaron recintos de la fuerza pública y asesinaron a sangre fría policías, y con sus bloqueos hasta provocaron la muerte de personas inocentes.

Lo cierto, es que la izquierda se preparó, para dar el golpe; hubo unión entre ellos. Y como dicen algunos:  “con discurso ‘lava cerebros’; de adoctrinamiento desde hace mucho, han ido calando, en la mente incauta del que no mira más allá de hacia adelante”. Es un discurso que hasta lo escuchan los niños y jóvenes,  a través de los profesores, del régimen, que se camuflan en algunos colegios y hasta universidades.  Por eso, es común hasta el lenguaje “incluyente”, y mal hablado tome fuerza.

Y es que, además, hasta su vocabulario en común y están presentes frases y palabras como: deuda ancestral o histórica, sacar el fascismo, trabajar por el cambio climático, el pueblo por el pueblo, la igualdad para todos, los ricos roban impuestos, los millonarios violan los derechos de las minorías, los fascistas han gobernado siempre, la tierra es del pobre, Estados Unidos ha dañado la economía del continente, se necesita legalizar el consumo de droga, etc. Con certeza, ustedes queridos lectores m han escuchado alguna de estas frases reiterativas, en los discursos de los candidatos y/o presidentes de izquierda en la región Latina.  

Son  frases que unifican el camino, a través de un mismo discurso, con destino: el de la “izquierda moderna”,  que sin duda cala en la mente de la juventud, que les sigue. Así manipulan, despiertan y/o estimulan el odio, el racismo y profundizan en la división de clases sociales. 

Por supuesto para “implantar ese chip”, rodó dinero, mucho dinero y hasta sucio.

En ese ejercicio, hemos visto que durante las elecciones se compran además de conciencias, votos, se paga a jurados de votación y hasta se vulnera el sistema escrutador en muchos países.

Y con todo eso junto, y más estrategias lograron los objetivos acordados en el Foro de São Paulo.

Un “foro” conformado por partidos y grupos políticos de izquierda de América, que reúne los progres, reformistas, centro izquierdistas e incluso a las  colectividades políticas  de izquierda revolucionaria de América. Este foro fue fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil, en Sao Pablo, en 1990.

Y, de acuerdo con sus fundadores, el Foro fue constituido para “reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre el escenario internacional post caída del Muro de Berlín, con el objetivo de combatir las consecuencias del neoliberalismo en América”.

Presidente de El Salvador, Nayib Bukele

Por su parte, en Chile, aunque Boric ya está en el poder, hasta la iglesia, resolvió unirse para salir a protestar y defender el estado de derecho, manifestarse en contra de lo que atenta la vida, mostrar el adoctrinamiento de los niños y RECHAZAR en las urnas  el cambio gestado para la América Latina, desde una nueva constituyente. 

Y Colombia ya sigue esos pasos, de protesta, de resistencia civil, con las marchas, contra las reformas Petristas, que buscan un “cambio”, hacia un régimen de izquierda que, tal vez, no tenga salida, como lo vive Venezuela. Por eso en Colombia ya se habla de pedir la renuncia de Gustavo Petro.

El panorama del país colombiano es vista interna y externamente como  complejo.  El cambio del dólar, la incertidumbre inversionista, la nueva reforma tributaria, sus declaraciones sobre cambio climático en COP27 ante unos 200 jefes de Estado y líderes globales y la tal paz total, entre otras realidades, como la reforma a la salud, han cambiado el optimismo por pesimismo de un país, que en medio de la pandemia tuvo un crecimiento superior al de sus pares vecinos.

Sin embargo, el fenómeno no es sólo de Colombia.

Vemos a Brasil, donde los militares soportan la presión de la ciudadanía por evitar que el  ex presidiario Lula, con menos del 30% de poder parlamentario, sea presidente. Las manifestaciones  se dan en  11 estados, y el Ministerio de Defensa debe presentar un informe técnico sobre el sistema de voto electrónico utilizado en las recientes y muy polémicas elecciones, señaladas por fraude.

Ahora bien, ¿qué harán en Colombia los políticos “no corruptos”, para recuperar su territorio? Se aproximan las elecciones regionales y la estrategia de la izquierda está en marcha a lo largo y ancho del país.

Es una tarea  compleja para la oposición, si continúan ¡separados!, por egocentrismos o trabajando como islas. Mientras la izquierda, se unió y ya hasta puso en marcha su consolación territorial incluso en el continente.

Sin embargo,  la maldad, la trampa, el delito. Mejor dicho, lo oscuro siempre es iluminado por la luz. 

Esa es la esperanza, ahora de quienes están “despertando”,  aquellos que jamás votaron, ni protestaron, por nada. Esos empiezan a ver que pretenden arruinar, no sólo los países, sino acabar con los ahorros, “acabar con las gallinas de los huevos de oro”, y apropiarse hasta de las reservas nacionales, en harás del cambio climático, pero para compartirlas con los “amigos sancionados y bloqueados” internacionalmente, por violentar la democracia, implantar dictaduras, y hasta cometer delitos de lesa humanidad, contra su mismo pueblo. 

Presidente de Colombia Gustavo Petro

Esa Caperucita Roja (pueblo) que se comió el cuento de “para verte mejor” y “escucharte mejor”, o para “vivir sabroso”, ya se está despertando, y por eso veremos protestas cada vez más masivas, en todo el continente. Contra lo que pretende cambiar, de tajo lo existente, las leyes o las Constituciones, fue el caso de Chile, con Boric, quien además de ser miembro activo y apoyó las protestas del 2019,  luego se presentó como la gran solución. Y luego, casi le mete el gol a la democracia y a libertad del país de la cueca.

En Colombia, según los analistas expertos,  las reformas Petristas no solo afectarían el bolsillo de cada colombiano, sino  la economía del país, su independencia, en cuanto al manejo interno y externo de sus hidrocarburos; la libertad democrática, la salud  y hasta la seguridad nacional, con la Paz Total, que conlleva brindar “perdón social”, a delincuentes y hasta corruptos, como lo propone el actual gobierno de Gustavo Petro.

Como quien dice, Colombia sería un antes y un “después” de Gustavo Petro, para quien nada de lo que encontró le funciona bien. Sin embargo, tampoco son contundentes sus acciones frente a la corrupción, que es realmente el problema de fondo en la política regional y nacional de Colombia.

Ojalá la pesadilla de ver rojo el continente quede atrás, y no sea demasiado tarde para la libertad y prosperidad  de Latinoamérica.