Por Lola Pórtela
Quisiera titular ¡RECONCILIACIÓN!
Debo contarles que entre mis personajes preferidos está Nelson Mándela, y me identifico mucho con uno de sus argumentos: “Detesto el racismo porque lo considero bárbaro, venga de un hombre negro o un hombre blanco”
En la memoria de los periodistas y las personas que investigan, tal vez, se encuentre el 11 de febrero de 1990. Resulta que ese día, dimos la noticia de que Mandela ¡por fin! caminaba fuera de la cárcel, como un hombre libre.
Y su mensaje, tras esas largas décadas de encarcelamiento, fue de reconciliación, no de venganza.
Lo anterior, porque creo que, en el caso de Francia Márquez y Luz Fabiola Rubiano, la frase de la Vicepresidenta no debería ser: “Yo no voy a hacer una conciliación”.
Con el respeto que me merece, como persona, la señora Márquez creo que se antepone el poder, a la cordura.
Y es que considero que no debe importar el partido político, ni el color de la piel, pues les recuerdo que el deseo de estar mejor y vivir en armonía es el sentir de un país entero. Sin diferencia alguna. Y la sangre de todos es roja, no azul, amarilla, ni marciana.
Repito: no hay diferencias, como lo he visto vender en el “discurso de deuda ancestral y racismo” tan detestable, como el daño que hace, por el odio que siembra y la discriminación que alimenta. Ya no estamos en campaña.
Deseo que recordemos ¿Cuántas veces fueron insultados o caricaturizados y les hicieron memes a César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Iván Duque?, por allí pasó la lista. Y aún algunos ocupan espacios en programas de humor, crítica y sátira.
Y es que ser público, respetada señora Vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, tiene un precio; muy alto. Unos la defenderán, otros la atacarán y el resto la ignorará.
Por eso, ya no puede improvisar, equivocarse o dar a mala interpretación un discurso o un mensaje.
Gústele o no a la Vicepresidenta ella debe gobernar para todos y cada uno de los ciudadanos de Colombia. Según dice la Constitución. Sin detenerse a mirar el color de piel, el estrato social, si la quieren o la odian.
“Mientras salía hacia la puerta que me conduciría a mi libertad, supe que si no dejaba atrás mi amargura y mi odio, todavía estaría en prisión”, dijo el gran Mándela, después de ser liberado. Y eso lo llevó a hacer historia.
El mensaje de “ejemplarizar la sociedad”, no funciona para ningún político en el marco de una democracia.
Cabe preguntarse ¿por qué no ejemplarizar a los verdaderos delincuentes del país? No estamos en una dictadura. Es un momento histórico para que la señora Vicepresidenta Márquez haga la diferencia.
Las palabras dichas por esa ciudadana, fueron el arma que ella usó, para expresar su frustración, rabia, para manifestar su descontento social. Y no las citaré, porque no son dignas de este escrito. Y considero injusto revictimizar a quien se sintió dolida con ese odio, Francia Márquez
La señora Rubiano debe tener un gran resentimiento en su corazón. La guerra interna de Colombia, aún le duele a muchos, porque no la han sanado. No ha habido justicia, ni verdad, incluso ni reparación o resiliencia para muchos y muchos aún la esperan. Es necesaria esa sanidad, miremos nada más con la violencia que manejan algunos, en cada calle o avenida del país.
Ella, Luz Fabiola Rubiano, puede que reciba todo el peso de ley colombiana, que el Fiscal General Francisco Barbosa le quiera dar, pero en el gran imaginario colectivo quedará el recuerdo de que su verdugo fue su Vicepresidenta. Porque se enfrentó el racismo y el poder.
Menos odio, más perdón, igual a “paz total”. El ejemplo comienza en nuestro corazón.