Por Lola Pórtela
El próximo domingo 4 de septiembre 15,1 millones de chilenos definirán, en las urnas, si aprueban o rechazan la nueva Carta Fundamental del país.
Esta historia comenzó en octubre del 2020, cuando Chile hizo historia y una amplia mayoría, casi el 80% de su población, aprobó cambiar la Constitución, que rige en el país, y que fue escrita durante el régimen de Augusto Pinochet.
Entonces se nombró una asamblea que fue especialmente elegida para redactar la nueva Carta Magna. Así se inició un trabajo en medio de altas expectativas. Esta era, para muchos, la salida institucional a una crisis política sin precedentes que se desató, con el estallido social, en octubre de 2019, el mismo que se vivió en otros países, entre ellos Colombia.
Los 155 miembros de esta asamblea trabajaron a contrarreloj, para sacar adelante los cientos de artículos que conformarían el nuevo texto.
Finalmente, la propuesta terminada debe ser aprobada en un nuevo plebiscito que se realizará este 4 de septiembre, y donde el voto será obligatorio.
Sin embargo, lo que molesta al pueblo chileno, en general, es que el gobierno del presidente Gabriel Boric, el nuevo mandatario, ha tenido mucha injerencia en ese texto final de la Constitución chilena.
Y es que el éxito de este proceso es crucial para Boric, según varios analistas, mucho de su capital político está puesto en la nueva Constitución, y el presidente ha sido uno de sus principales promotores.
Por eso, el triunfo del “Apruebo” representaría un éxito para el presidente Boric, pero una victoria del “Rechazo” constituirá una derrota para él.
Y, aunque sea complejo de entender, lo que suceda aquí el 4 de septiembre, es fundamental en el camino de varios países de Latinoamérica que siguen esta línea comunista, como Perú, Argentina, Colombia, entre otros.
Nada es casual, todo está ligado a una política Latinoamericana que se desea aplicar, ya está planteada, pero se debe institucionalizar, mediante el cambio de la Constitución, en cada país.
En la nueva Constitución Política de Chile, se precisa que:
– Desaparece la República de Chile. Ahora será plurinacional.
– Desaparece el derecho a la propiedad privada.
– Desaparecen los Carabineros (policía)
– Desaparece el Senado.
– Chile se dividirá en Asambleas Regionales.
– Desaparece el derecho a la libre competencia.
– El idioma será plurilinguista.
– Los pueblos indígenas serán privilegiados, frente a los demás chilenos, en cuanto a reclamación de tierras.
– Se acaba la unidad territorial del Estado Chileno.
– Se acaban las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones de Chile) Estas son instituciones financieras privadas encargadas de administrar los fondos de cuentas individuales de ahorros para pensiones.
– Se acaba todo límite a la huelga. Incluso aquellos que buscan preservar la integridad de la Empresa.
– Se acaba la educación particular subvencionada y la diversidad de proyectos educativos, habría un único modelo educativo.
– Se acaba el sistema electoral imparcial.
– Se acaba el Banco Central con mandato único e independencia del ejecutivo. (Ese dinero pasa al manejo del Presidente)
– Se acaba la libertad de dirección empresarial.
– Se termina el Tribunal Constitucional.
– Se acaba el Poder Judicial independiente.
– Se acaba todo límite al aborto.
– Se acaba el ser humano como único titular de derechos, pues lo que diga el gobierno, eso se hará.
Esta Constitución de Chile tiene 450 artículos, que destruyen totalmente la Carta Magna anterior. Entre lo nombrado todo es muy grave, pero vale la pena detenerse en lo siguiente: eliminan la división de poderes, la libertad de empresa, las elecciones imparciales y la propiedad privada.
Es evidente que esa Carta Magna acaba, de tajo, con la democracia de Chile. Se da paso a un estado comunista, centralizado y que expropia y violenta todos los derechos de los ciudadanos del país austral.
En Colombia, el gobierno electo, sin aún cambiar la Constitución, reafirma, con acciones, el camino que desea implementar.
Los cambios que plantean son los mismos que de un solo plumazo, acabaría con la libertad de todos los chilenos.
La receta para Colombia tiene los mismos ingredientes. Sólo que no citaron a una constituyente, pero si están en camino las “Reformas petristas”, respectivas, con los mismos objetivos.
Ya se iniciaron las “expropiaciones”, mediante lo que unos llaman “reivindicación de tierras”, y otros deuda histórica, pero que es una amenaza, para los campesinos, ganaderos y agricultores colombianos, por parte de quienes se han sentido autorizados, para ocupar o invadir fincas productivas, dejando, a su paso, impactos económicos y sociales muy traumáticos en regiones como el Cauca, el Valle y recientemente llegaron a la costa Caribe. Así mismo, la purga en la policía y el ejército, ya fue ejercida.
La diferencia es que Chile no tiene guerrillas asentadas, ni narcotráfico evidente, por lo cual la inseguridad, la paz, no es la de antes, pero aún no es tan grave, como lo es en Colombia.
El domingo 4 de septiembre se abrirán las urnas, hacia la libertad o la esclavitud definitiva en Chile.