Por: Lola Portela
“Tirar la piedra y esconder la mano”, es lo que acostumbran muchos. Hacer el daño, causar heridos y muertos. Culpar a diestra y siniestra. Crear el caos interno y seguir campantes, como si nada. Eso es lo que han hecho varios “políticos”, opositores del gobierno, y muchos “incendiarios sociales”, en Colombia
Me preguntan ¿acaso quienes convocaron y motivaron día tras día al mal llamado Paro Nacional, no merecen ser investigados, detenidos y juzgados? Dejo a la opinión pública esa respuesta. No la tengo.
Dudé mucho en escribir esta columna. Les confieso estuve muchos días con profunda tristeza y hasta envenenada por la rabia y la impotencia. Sentir de muchos colombianos de bien y hasta de extranjeros que conocen bien lo que traman y sucede realmente en Colombia.
Es injusto que nuestros jóvenes en Colombia sean usados como carne de cañón. Perdón, por ellos, pero en este momento son idiotas útiles. La convicción de muchos proviene de seguir “espejismos de cambios” que les ofrecen, en medio del impacto social que viven.
Ya es comprobado que las milicias bolivarianas les garantizan sueldo diario o semanal y les dan como mantenerse durante las “marchas”, que de pacíficas nada tienen. Lo cierto es que ya se comprobó que las marchas estaban amañadas e infiltradas, por fortuna también por inteligencia colombiana e incluso por extranjeros, expertos en este tipo de conflictos. Por eso, se sabe que a los del vandalismo les pagan diarios 70 mil pesos colombianos, no más de 20 dólares, o el equivalente a 15 euros, para que entendamos mejor.
Y también ya se sabe cuánto reciben los jefes de cuadrillas, esos se llevan la mejor tajada y ese precio es de acuerdo a cada país donde llegan, pues no están solo en el país de la alegría.
Señores y señoras Colombia tiene inteligencia, y por cierto muy buena. Por eso muchos de los revoltosos ya están identificados. Por esas investigaciones también se sabe que estas “milicias”, luego de sembrar en los jóvenes colombianos de ciudades intermedias y en capitales como: Pasto, Popayán, Armenia, Cali, Bucaramanga, Manizales, Cartagena, Maicao, entre otras, el llamado “culto a Bolívar” alimentan el odio, la rebeldía contra la institucionalidad, hasta llegar a una descarnada y sangrienta confrontación. Su masivo instrumento es las redes. Y cuentan con muchachos exclusivamente dedicados a mostrar y tratar de evidenciar por las redes que son “víctimas”.
Por supuesto, no se puede negar que en cada país donde llegan estos “líderes del mal”, encuentran una coyuntura social, un descontento unánime.
Entran como lobos disfrazados de lindas ovejitas, tal cual le entró Hugo Chávez al pueblo venezolano. No son pocos los venezolanos, de bien, que narran en el mundo su triste desengaño. El pueblo hasta los llega a idolatrar y a defender, pues le dicen al pueblo lo que éste desea escuchar. ¿Les parece conocido?
Sin olvidar que como esto es internacional, ellos mismos, generan el caldo de cultivo perfecto:
Latinoamericanos “manados” de lo mismo, donde el abrazo de la pobreza aprieta con el desempleo, malos servicios de salud, impuestos por doquier, etc. Panorama más deprimente aún ahora con el bicho del COVID-19. Oportunidad perfecta, para lograr sus objetivos. Colapsar todo, incluso el servicio médico y las pocas UCIs del país.
Tampoco olvidemos que la misma corrupción es su carnada, con anzuelo y pescador conocido. Lastimosamente, muchos amantes del “dinero espejo”, caen. Recordemos el gran Caso Odebrecht, uno de los casos de corrupción más grandes en la historia reciente de América Latina, que abarcó más de 30 años. Y es que esto no es de ahora, pero claro, la mayoría de nuestros jóvenes y muchos adultos no leen, no tienen esa historia, y mucho menos logran contextualizan los hechos. El bonito lenguaje, el romance y el espejito que brindan los dueños del anzuelo los enceguece, o ven en la protesta una luz hacia el cambio.
Muchos se quedan esperando salvación asistencial y con la mentalidad de necesidad: hambre, desempleo, no ven más opciones.
Tengo que decirle al mundo que en Colombia también tenemos cientos de jóvenes que luchan, trabajan, pagan sus estudios y aprovechan la mínima opción que encuentran y salen adelante. Esos no están en las marchas.
Esos están dolidos y como muchos colombianos exigimos que desde la cancillería cada embajador y cónsul en el extranjero diseñe una estrategia que logre concientizar al mundo de lo que realmente sucede en el país.
Aplaudo el cambio reciente en la cartera de la Cancillería porque se hace urgente contrarrestar la avalancha Internacional que está dando y la que se viene, como consecuencia del perfecto lobby que políticos de la oposición han hecho en Europa y EE. UU., así como ante ONG y organismos como la ONU, para señalar, acusar y lavarse las manos, como los buenos, frente a lo que ellos mismos diseñaron, planearon y ejecutaron.
No se dejen convencer y ganar de expertos estrategas en el desprestigio de Colombia como el autor de Sin Tetas No hay Paraíso, serie que puso a nuestras mujeres colombianas como putas, en el mundo.
Gustavo Bolívar las madres, los colombianos de bien le decimos salga usted y su gente a la calle, deje de victimizar y motivar a nuestra juventud. Deje las redes desde donde enreda éste conflicto y marche usted, así tendrán el crédito ganado.
Los colombianos sabemos que tenemos derechos y no estuvimos de acuerdo con la Reforma Tributaria, pero por favor dejen de pescar en río revuelto y buscar motivos para desestabilizar más el país. No usen más nuestros indígenas. No los politicen más. Dejen de gritar desde las redes, ustedes tramaron descaradamente esto, para tratar de llegar al poder. No les importa realmente el pueblo, ni la sangre inocente de nuestros hijos.
Les importa imponernos un socialismo que no merece, ni se quiere en mi Colombia.
No es momento de guardar silencio. Es el momento de defender la libertad, la democracia, el derecho a decirle a estos del “espejito socialista”: no queremos más s su voz de violencia, de odios. Eso no nos representa.
No aceptamos el socialismo gobernando y mucho menos expropiando legítimamente y vendiendo la riqueza y el territorio colombiano. COLOMBIA NO ESTÁ EN VENTA.
¿Será que al pueblo de Venezuela le queda petróleo, minerales y territorio propio? ¿Acaso tienen comida, pueden sembrar sus campos, como antes o tienen libertad para hablar? A otro perro con ese hueso, como decía mi abuelita.
Jóvenes de Colombia, líderes indígenas, amas de casa y demás población es hora de mirar la historia. Infórmense y defiendan realmente su territorio.
Quien no valora lo poco o mucho que tiene, termina añorando lo que perdió. ¡No más espejitos!
Y les aclaro, no soy de derecha ni de izquierda. Creo que vuelvo a Marte, mi planeta. ¡Despierta Colombia!