Por Lola Portela
La fidelidad es más que amor, significa lealtad no solo con la pareja, sino es un compromiso con una familia que construyeron dos. Ser infiel es acabar con la unidad y la seguridad emocional de seres que confían en ti, que tal vez te ven como héroe o heroína.
Es fundamental darnos cuenta que la familia es el pilar de una sociedad sana y se está destruyendo poco a poco. No en vano vemos hijos inseguros, aislados, frustrados, que les cuesta concluir metas y proyectos y hasta con un sentido de la vida lejos de los valores. Muchos adolescentes, en ese estado, llegan a entrar al túnel de las drogas e incluso se quedan allí, otros van por camino de la economía fácil y hasta la delincuencia. En definitiva, los hijos de madres y padres solos nunca la tienen fácil. Y deben lucharla mucho para lograr salir adelante.
Un ratico de placer, una “canita al aire”, como dicen popularmente, puede derrumbar lo construido en años. Y estoy segura que no les gustará cargar con eso. No tener dominio propio o poner los deseos carnales, por encima de los espirituales, puede destruir a muchos seres que creen en ti y te aman.
Considero que se necesita promover en todos los estratos sociales una nueva masculinidad sostenida en la cultura de paz, equidad de género y respeto familiar.
Hombres y mujeres que asuman su rol al interior del hogar y defensa de la Familia.
Madres y padres responsables que comprendan que las relaciones en libertad, están despojadas de celos-posesión. Y al decir: libertad, no me refiero precisamente al libertinaje.
Varones verdaderos que entiendan que el respeto implica igualdad de condiciones hacia las mujeres. Es importante que se comprenda que el ser hombres no les da derecho a conquistar cuanta mujer vean, les atraiga o se les brinde. Teniendo en cuenta que lo fácil es efímero y sin cimientos.
Mujeres, debemos mantener intacta nuestra dignidad, aunque nos lastimen o incluso nos dañen la autoestima, lo que se traduce en no aceptar nunca el maltrato, ya sea físico o psicológico. Esto de aguantar tampoco construye los puentes sanos que los hijos y la sociedad necesitan.
Es también incorrecto que, a manera de “venganza”, se demuestre que podemos acostarnos con cualquiera. Ningún “clavo saca otro clavo”. Solo se lastimarán mucho más y esto aplica para hombres y mujeres.
En definitiva, la equidad de género y el respeto de los derechos sexuales y reproductivos sanos es la acción que garantiza la no destrucción de la familia y su armonía interna.
Debo decirles que los modelos implantados como normales tienen un trasfondo político y económico y una intención muy directa: “abolir a la familia”. Esta no es una simple frase. Es tomada del Manifiesto Comunista de Karl Marx y Frederick Engels. Hoy, esta consigna se ha convertido en la principal agenda de la izquierda internacional en contubernio con el feminismo radical de género y con poderosas organizaciones que buscan controlar la población.
Esta conspiración se está llevando a cabo muy sutilmente; bajo un disfraz de derechos humanos, de la igualdad de la mujer y de los derechos de los niños.
La unión entre el marxismo y la ideología de género es evidente en el libro “El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado” de Engels en el que se señala que: “El primer antagonismo de clases coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por la otra, con la del sexo femenino por el masculino.”
Tal vez, ni lo sepan las que se hacen llamar feministas que con su filosofía coinciden plenamente con Marx y Engels en la concepción errada de que la familia es la fuente principal de opresión para la mujer y que la maternidad es una gran carga de la cual se le debe liberar.
Como defensora de la familia me pregunté ¿Y qué podemos hacer? En definitiva, es el motivo de estas líneas de reflexión social. Creo que nuestra misión, como ciudadanos y, en nuestro caso, como periodistas, es anunciar la verdad a tiempo y a destiempo.
Unirnos para, sobre todo, no callar ante la perversa mentira de la igualdad de género que es el caballo de troya con el que quieren manipular, controlar y acabar con la familia tradicional y sana.
La estrategia más elemental es tratar de imponernos el silencio de los complejos y la vergüenza, “convencernos” de que somos anticuados, retrógrados y obsoletos, para que renunciemos a la defensa de nuestros valores.
Debemos tener la gallardía y la sabiduría, como hombres y mujeres, para transmitir a nuestros hijos esa verdad. Llevarlos a que lean y se enteren de que existen “contravalores”. Porque si no lo hacemos pueden ser fácil presa del ambiente que, con engaños, pretende absorberlos.
No renunciemos a la verdad nunca. No tienen derecho a usurpar la denominación de Familia y no hay que tener miedo alguno a decirlo alto y claro. La infidelidad de ahora, se vive más fuertemente en las redes y lo peor muchos lo aceptan, por el temor a la “soledad” o simplemente porque se perdió el respeto así mismo.
Concluyo diciendo que mientras el hombre y la mujer no entiendan la belleza del amor, donde solo caben dos: hombre y mujer, comprometidos con luchar de la mano juntos, la verdadera libertad de tener una familiar estará en juego.
No es libre, quien sigue “modelos de moda”, impuestos mezquinamente por otros, y por ello el seguirlos destruye la propia vida.