Un viernes 2 de abril de 1.920, el cielo de San Luis de Gaceno Boyacá arropó la vida de un hombre que no creció más de 1.43 mts y el jueves 2 de abril de 2020 llegó a 100 años de vida.
El pasado jueves 21 de mayo del presente año, vecinos del rancho donde vivía don Desiderio Mora Rivera más conocido como “Pompo”, corrían de un lugar a otro buscando agua intentando apagar las llamas que en pocos minutos consumieron totalmente lo que fue el hogar por muchos años del anciano, sólo se veía que movía sus manos en auxilio, “Pompo” desde su nacimiento es sordo mudo, la comunidad le tiene mucho cariño y llegaron todos ayudar.
El humo que no quería irse del lugar, tal vez por el peso de tantos recuerdos que se llevaría de ese rancho, también amenazaba con asfixiar a “Pompo” y a su noble perro compañía que solo ladraba con fuerza como exclamando: “Y qué será de nosotros ahora sin casa!”.
Fue después de esta “tragedia” que floreció la misericordia y la solidaridad de muchas personas que decidieron unirse para hacerle una casa a don “Pompo”. Apareció entonces la alcaldía de San Luis de Gaceno y colocaron 600 bloques y 20 bultos de cemento, el ingeniero Andrés Abril y Johan Perilla, Mauricio Ávila, Ernesto Roa y Franklin Mendoza quienes se encargaron de la construcción de la obra, todos vecinos de “Pompo”. El material lo transportó Armando Ruiz ya que esta nueva casa queda a unos 28 kms del casco urbano del municipio.
Pasaron los días y poco a poco empezó a aparecer una mejor construcción en ese espacio donde antes un feo ranchito había sido erigido por don Desiderio. Hoy “Pompo” tiene un mejor espacio donde pasar sus finales años que esperamos sean muchos más.
Su perro ladra contento porque la alegría de este centenario hombre en los albores de su existencia transmiten complacencia por tantos corazones buenos que no lo dejaron solo en medio de estas dificultades.
Esta historia que pareciera ser sencilla tiene muchos elementos para que nos sirvan como ejemplo de vida; primero porque evidencia que las condiciones necesarias para llegar a tan avanzada edad no son otras que cuidar la salud, sobre todo la mental, llena de tranquilidad y humildad, sirviendo a los demás sin pedir nada a cambio, excepto buen trato y generosidad. Segundo, es una muestra de que en el mundo aún existen personas generosas, dispuestas a sacrificar su tiempo y sus bienes materiales para ayudar de corazón y voluntariamente a muchas personas vulnerables que esperan respuestas positivas en medio de una tragedia como está que conmovió a toda la comunidad.
Jamás “Pompo” pensaría que lo mejor que le pudo pasar al cumplir sus cien años sería ver arder su rancho, y gracias a esa aparente desdicha hoy está en una casa con bloques de cemento, con techo de zinc y espacios donde está mucho más protegido que antes.
Gracias totales por todas las personas que ayudaron en este buen propósito y nunca dejemos de mirar a los lados, porque siempre habrá alguien necesitando un milagro colectivo para que la vida sea más llevadera en las cientos de familias que como “Pompo” no vivían bien y que hoy sueñan con una vivienda someramente digna donde meter la cabeza y resguardar a sus familias. Enhorabuena por las buenas noticias.