Esto responde el Coronel Luis Antonio Gelvez cuando le preguntan si le gustaría ganarse la lotería y es que este Piloto Militar perteneciente al curso No. 70 de Oficiales de su Fuerza Aérea Colombiana confiesa que es un hombre rico y feliz por hacer parte de “mi amada Institución”, como la define él y tener la familia que conformó hace más de 20 años con su esposa.
Para el día del padre quise exaltar la hermosa pero difícil labor que cumplen nuestros hombres como padres y militares, teniendo en cuenta que su dedicación es de 24 horas y 7 días a la semana, como comúnmente se le llama a la disponibilidad.
Pensé en un ser íntegro, que fuera ejemplo para sus subalternos, líder y sobretodo que sintiera tanto amor por su Fuerza Aérea como por su familia. Así, con estas descripciones es el Coronel Gelvez, quien después de 26 años de haberse incorporado a la Escuela Militar de Aviación, EMAVI, sigue demostrando la pasión que siente por portar el uniforme que lo identifica como militar y desde hace 20 años lo hace al lado de su esposa con quien conformó una familia de tres hijos, quienes también manifiestan la alegría de crecer en el ambiente militar.
Su formación inició como piloto de ala rotatoria en el Comando Aéreo de Combate No. 4, en Melgar, Tolima, donde durante siete años voló helicópteros como F-28 ‘estrón’, Bell 212 y Huey II en una época donde “el orden público era pesado” según afirma y las comisiones eran mínimo de 15 días, así que de esta forma logró cumplir múltiples misiones, salvar cientos de vidas y ser merecedor de varias condecoraciones por su entrega y compromiso.
Paralelamente, siendo Teniente de primer año se casó y, un año después “tuve un momento cumbre de felicidad cuando me enteré que iba a ser papá (…) yo siempre he creído mucho en Dios, a él le pedí ver el natalicio de mi primogénita, después de 25 días de comisión, mi esposa llegó de visita ese mismo día y pude ver nacer a mi hija como bendición de Dios”.
Un par de años después tuvo su segunda hija, cuando ya se encontraba en el Comando Aéreo de Combate No. 5 en Rionegro, Antioquia, donde voló el helicóptero UH-60 ‘Black Hawk’ y, gracias a la misionalidad del mismo, pudo salvar vidas, realizar rescate de personal, transportar ayudas humanitarias y llevar alegría a los rincones más apartados del país.
Estando allí, fue asignado al gran reto de participar en el equipo creador de una Base Aérea que estaría ubicada en el oriente del país y en julio de 2009 fue trasladado a Yopal, Casanare, para dar vida al Grupo Aéreo del Casanare, Unidad de la cual actualmente es Segundo Comandante, ya que solicitó regresar por el gran amor que siente por el llano, lugar donde quisiera pasar el final de sus días junto a su familia.
Sin embargo, antes de llegar a Yopal, estuvo en Bogotá y fue precisamente por un anhelo que tenía en su vida y era volar aeronaves de ala fija con el fin de poder conocer aún más a su Fuerza Aérea y, de igual forma, tener otros cargos administrativos que le ampliaran su conocimiento hasta el momento adquirido.
En el Comando Aéreo de Transporte Militar, CATAM, voló el C-295 ‘Titán’, experiencia que agradece por ser un avión militar que llega a los lugares más apartados del país llevando ayudas a quienes más lo necesitan y, de igual forma, misiones de paracaídismo, transporte y carga.
Estando allí nació su hijo menor, razón que lo motivó para querer volver al llano “quiero ir a Yopal para ver a mi hijo correr con felicidad en la Base, cada vez que lo veo libremente jugar, definitivamente pienso que mi sueño es una realidad y me siento muy satisfecho”.
Para narrar la historia y trayectoria de este militar sería necesario escribir un libro, pues sus relatos están llenos de historias y experiencias fascinantes que son tanto gratas como difíciles, de la cual una parte de ella está exhibida en su oficina, donde al ingresar se pueden ver algunas de las medallas obtenidas y obsequios recibidos en las diferentes unidades en las que ha estado.
Precisamente en este lugar, le estaba realizando la entrevista, en la que cada respuesta denotaba el orgullo y la felicidad que le representa su vida, en la que mencionaba frases como “ninguna mujer como mi esposa, ningunas personas como mis hijos”, “Mi Fuerza Aérea es maravillosa porque permite espacios para todo: volar, tener un cargo administrativo y, sobre todo, ser padre”.
Su esposa, Liliana Isaza, dice que “él es un excelente padre, siempre ha sabido equilibrar su tiempo entre el trabajo y sus hijos, jugando y compartiendo con ellos, ayudándoles en la formación”.
De igual forma, el Oficial resalta que la formación recibida de sus padres, quienes cumplieron 55 años de casados, hasta el fallecimiento de su padre ocurrido el año pasado, ha sido el eje fundamental y camino a seguir para traerla de ejemplo en la Institución.
Después de 36 minutos de entrevista, el Coronel Gelvez se despide diciendo que por su Fuerza siente “alegría, compromiso, respaldo, pasión, orgullo y honor de pertenecer a la mejor Institución del país” y yo me retiro motivada, al ver que en mi Fuerza existen padres, pilotos, militares que son seres íntegros capaces de formar buenos seres humanos y liderar personas con principios, valores y altas capacidades en todos los ámbitos.