Por: Lola Portela
La tarea principal es no dejar que nos aplaste, doblegue o nos domine este bicho que con su contagio acaba con los pulmones y, en el mejor de los casos, nos deja con enormes cicatrices, y muy débiles, hasta en lo económico.
La limpieza, la desinfección permanente y el distanciamiento social, que muchos no desean comprender, nos implica apelar a medidas y controles reales en la nueva forma de contactarnos. El encierro para unos ha sido catastrófico, para otros ganancia y bendición. Cada quien tiene su historia.
Y es que, aunque no ha sido fácil, sobretodo en lo económico, durante este periodo de cuarentena y en aislamiento obligatorio, los colombianos hemos logrado superar tres fases:
•Prevención y preparación
•Contención
•Mitigación
Nos parezca o no, este bicho pasará a la historia porque nos cambió la agenda: hizo suspender los eventos mundiales, cerrar fronteras, luego aeropuertos, llevar las clases a casa; desde internet, hasta ponernos en confinamiento total para “salvar la vida”.
Como es lógico, las medidas de mitigación constituyeron efectos de carácter social. Y aunque el gobierno se propuso aportarle ingresos a 3 millones de persones, que no estaban en ninguna lista, también es cierto que faltan muchos más, que tampoco aparecen en las bases de datos.
Disponer urgentemente de recursos par a fortalecer el débil sector de la salud, es tanto o igual de importante que evitar el robo de los recursos sociales por parte de las “ratas corruptas”. Ese es un compromiso que debemos asumir todos. Negarle para siempre el voto y darle “muerte política” a esos gobernantes que poco o nada han hecho por su gente, en medio de esta pandemia, por el contrario, algunos buscan cómo seguir desangrando.
Duele el reporte de las cifras del bicho, pero las debemos tener presentes, tomarlas con seriedad y respeto, por la vida misma y la de nuestro entorno. Es una de las estrategias para ganar esta guerra.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA) anunció que el efecto económico de la pandemia del coronavirus puede duplicar el número de personas en situación de hambre aguda. Es decir, que no pueden acceder a alimentos suficientes para garantizar su supervivencia.
Según ese informe mundial, se estima que para el final de 2020 unos 265 millones de personas podrían estar cerca de morir de hambre. Esta es otra batalla que tendremos que librar también, entre todos, a través de la solidaridad.
El papel y las palabras lo aguantan todo. Y necesitamos hechos. De allí la importancia de seguir de cerca la mitigación económica que ofrece el gobierno.
Por ejemplo, en Colombia se abrieron líneas de crédito, pero debemos informar y hacer seguimiento, como periodistas, como ciudadanos, porque aún esos préstamos no han llegado a los pequeños comerciantes, a las micro empresas. Y muchas ya han quebrado y otros están cerrando.
Es perentorio decirlo: los bancos no le están cumpliendo al país. Entonces que nos devuelvan los intereses de usura en los préstamos hipotecarios bancarios, cobrados por décadas; que nos devuelvan, a todos, el 4 por mil, un impuesto transitorio que se volvió obligatorio… La banca tiene una deuda histórica con cada colombiano que ha tenido o tiene, al menos, un producto financiero. Algo tienen que hacer.
Y es que la recuperación de la vida productiva con responsabilidad, implica también no tragar entero, sino preocuparnos y ocuparnos por lo que le sucede al vecino, dejar la indiferencia y la creencia de “eso no es conmigo”.
No veo tampoco a las empresas públicas de Colombia: telefonía celular, el internet, gas, luz o el acueducto acogiendo las normas y decretos de esta emergencia económica, por el contrario, nos tienen arrinconados con el cobro de facturas y frente al corte de los servicios respectivos. Y no hay cómo reclamar, pues todos están en casa. Complejo dialogar con una máquina. O con una operadora que ni sabe de qué resoluciones del gobierno se les habla. ¡Veeduría por favor!
Ahora bien, aplaudo el compromiso de respaldo del gobierno al microempresario. Su anuncio de darle “oxígeno a los empleadores”. A través de la ayuda con el 40% del pago de salarios mínimos, para mitigar y evitar el aumento catastrófico del desempleo. Así mismo, agradezco el aplazamiento en los pagos de impuestos esa decisión alivia el estrés de quienes tenemos dichos compromisos, pero por favor que estas disposiciones: no se queden en el discurso o en el papel, como hasta ahora.
Salir, ir a la calle, fue para mí necesario por trámites y compromisos que se ven frustrados, por lo poco o nada, de ingresos que muchos tenemos.
Hoy mientras caminaba tuve una sensación muy rara. Realmente todo luce muy lejos de lo que éramos. Y me quedé pensando en cómo sería el después… Vi las calles solas, muchas desinfectadas, y por eso cerradas para los vehículos.
Fue otro día para nosotras. La calle se vestía de mujeres solas, en ropa deportiva, algunas desaliñadas, otras hasta transparentes, por la falta de sol. Noté que atrás quedó el cabello arreglado en la peluquería. El delineado y labial, ya no se nota, y es que el tapaboca oculta hasta las sonrisas. Solo vi frentes y ojos; eso cuando las gafas me lo permitieron y no eran oscuras.
Unas hicimos eternas filas para llevar algo de alimento. Lo disponible y a precios muy caros. Algunas solo tomaban el producto, miraban el precio y, con ojos muy tristes, lo dejaban allí. Me sentí culpable e impotente de no tener, como antes, para decir: llévalo, yo lo cancelo. Me di cuenta que nadie habla; ya las mujeres no se comunican entre sí, sólo se miran; algunas le ceden el turno a las mayores, pero observé que ninguna pasaba de los 60 años.
Sentí, por primera vez, que este bicho de la corona nos coartó, las finanzas, nuestra libertad y hasta lo ruidosas, algo propio de ser mujeres.
Me sentí en otro planeta, porque esta vaina se está llevando, no solo las vidas de los seres amados o desconocidos.
Entonces pensé: no podemos dejarnos caer, debemos ser más fuertes. Si un familiar o amigo flaquea levantémoslo. Miremos a los ojos de los demás, así sea por internet, y digámosles: vamos a ganar.
Lo tenemos que lograr porque #JuntosSomosMás. Y necesitamos unirnos. Es ahora o nunca.