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Política, vuelve y juega

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El colectivo humano que reside en provincia, atrapado en sus rencillas caseras, cuando tiene oportunidad presenta listas de mercado a sus mandatarios colocados ellos, en el poder central, con lastimeros reclamos por incumplimiento no solo a lo programado en las campañas, también a lo obligatorio que protege la vida o el desarrollo social.

Es decir, carreteras, agua, salud. Y otras que componen una lista de nunca 

Los grupos cívicos, tan “mechoneados” por los partidos tradicionales y los movimientos de garaje, con nombres  muy pensados, por jóvenes  creativos para disfrazar, que es de lo mismo pero con otra etiqueta, estudian   técnicas neurolingüísticas para impactar  al vociferante activista marchante. Para eso les pagan, preparan esa gran masa que se identifica como “copartidarios”, a quienes lo único que en verdad une es la esperanza por  un mañana digno. Les muestran, como la famosa pintura de  Donizzeti, de a “Lucrezia Borgia”, la belleza ingenua de su apariencia, y un seno que bien significa que ante todo, los humanos nacimos para mamar, para depender de ese icono que asegura vida y felicidad.

Esa es la marca de campaña política que nos venden y por la que nos dividimos y elegimos el aparente mejor discurso. El tema no es nuevo, ya lo escribió Jacques Rousseau, en el contrato social en 1712, “ cuando el nudo social empieza a aflojarse y el estado a debilitarse  cuando los intereses particulares empiezan a hacerse sentir…” “…la voluntad popular se vuelve muda,”. A todo esto se llega con las frases escondidas que confunden al elector. La pregunta que define si tal asunto es conveniente al Estado, se transforma por; si es ventajoso a un grupo especifico.

Vuelve y juega, pero el pueblo tiene su propio discurso, simple, sin palabras rebuscadas. Es posible que regresar  al foro familiar, a esa sabiduría de los ancianos y los jóvenes,  costumbre tribal, que diseñó  las relaciones geopolíticas sea una solución. DIGO.

Por: Raúl Amórtegui Niño